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Helen Groome Geógrafa

Clones y consumo

Hay que subrayar que la clonación depende de un conocimiento y una infraestructura tecnológica fuera del alcance de las personas individuales que componen la población ganadera

Las instituciones comunitarias dicen que consultarán a la ciudadanía europea sobre la comercialización de productos lácteos y carne derivados de animales clonados. ¿De verdad darán valor a la opinión de la población europea sobre esto? O, mejor dicho, mi duda se refiere a qué parte de la opinión de la población europea se tendrá en cuenta.

Uno de los principales problemas que se lleva años denunciando en toda la cuestión del empleo de la ingeniería genética en la agricultura y la alimentación es que se quiere reducir lo que se considera opinión válida a lo que se puede respaldar con datos de la ciencia pura. Las empresas promotoras de la ingeniería genética agraria e instituciones como el Gobierno de los Estados Unidos han querido evitar a toda costa que criterios sociales, económicos o éticos puedan influir en la decisión sobre el empleo o no de esta tecnología en la agricultura y la alimentación. De hecho, si no hay una sólida base de datos científicos que te respalde, es mejor no criticar un alimento en los EEUU, ya que su legislación penaliza a las personas que «opinan» sin respaldo científico.

Está claro que un clon no es un transgénico, pero un clon no «natural» se consigue empleando a la ingeniería genética. Cualquier intento de reducir el debate en torno a la comercialización de productos ganaderos de animales clonados únicamente a aquellos argumentos relacionados con la ciencia pura no es de recibo.

Es notable que el Comité de Bioética de la Comisión Europea constate dudas en cuanto dicha comercialización, pero los argumentos empleados no captan toda la gama de razones para oponerse a la clonación per se y para oponerse a la entrada de productos derivados de animales clonados en la cadena agroalimentaria en concreto. Dicho Comité de Bioética nos recuerda (y con razón) que la tecnología todavía supone la muerte y enfermedad para muchos animales. Hay un buen motivo ético, por tanto, para oponerse a la tecnología. Pero, aunque la tecnología no supusiera problema alguno para los animales, ¿la Comisión Europea aceptaría otras objeciones a esta tecnología?

Así, hay que subrayar que la clonación depende de un conocimiento y una infraestructura tecnológica fuera del alcance de las personas individuales que componen la población ganadera, del Sur o del Norte. El ganado clonado significa adentrarnos aún más en un modelo de producción alimentaria en el que las opciones las controlan grandes empresas y no la población ganadera... ni, por ende, la población consumidora.

¿La Comisión Europea admitirá como opinión para evitar la clonación del ganado y/o la comercialización de los productos de animales clonados que es un paso más en contra de la soberanía alimentaria, a nivel europeo, a nivel de Estado miembro... a todos los niveles, un paso que la ciudadanía tiene que sopesar por lo que significa en cuanto a dependencia total en las empresas y que no se puede dar a la ligera?

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