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Luis Beroiz Padre de imputado torturado

¿Cuanto peor, mejor?

No sé si estas cosas que digo tienen encaje en la definición de apología ni me importa. Cuando el corazón se encamina por el sendero de la solidaridad, hay que dejar que ande y alcance su destino

Tres años después del último, la Audiencia Nacional ha vuelto a citarnos en Madrid para un nuevo juicio. Confieso que he tenido mis reparos por querer robar este espacio y gastar vuestro tiempo con algo que, si lo cotejamos con la que está cayendo alrededor, resulta casi irrelevante, sin apenas valor mediático, intrascendente. Porque ¿qué representa la presencia de un puñado de presuntos en el banquillo por disturbios callejeros, si lo comparamos con el encarcelamiento de líderes comprometidos con la paz, o con la arbitraria, por indocumentada, sentencia del 18/98, o con el alargamiento de condenas a presos cumplidos hasta conseguir hacerlas perpetuas, o con la más que segura ilegalización de partidos honestos donde los haya o con el trato dispensado a Gorka, Igor y Mattin en los calabozos de la Guardia Civil, por citar sólo algunas de las más recientes vejaciones? Apenas un tirón de orejas se nos antoja lo nuestro. Pero no es así. ¡Claro que no es así! En esta comparecencia, prevista para los días 24 y 25 de enero, se van a dar unas circunstancias que me atrevería a catalogarlas, como mínimo, de peculiares, por la carga que conllevan.

Porque allí se sentarán de nuevo 16 jóvenes, la mayoría de los cuales ya fueron absueltos y puestos en libertad con anterioridad, tras demostrar que las falsas acusaciones habían sido obtenidas mediante tortura, tras presentar coartadas que todavía tienen ruborizadas las paredes de la sala y tras dejar en evidencia a politiquillos autóctonos cuyo alimento básico son la venganza, el odio y la mentira. La ekintza que va a enjuiciarse ahora, casualmente dos meses antes de unas elecciones generales, se remonta ni más ni menos que al año 2000. Muchos, muchos años de desesperante espera.

Y allí, a pesar de los pronunciamientos parlamentarios en contra de la vigencia de los tribunales de excepción que nos van a juzgar y a favor del archivo de todas las causas iniciadas por causa de los malos tratos, el tripartito, los tres, volverán a enviar a sus encapuchados con un único objetivo: que nuestros hijos se pudran en la cárcel y que a nosotros, sus familiares, no nos quede otra salida que enfermar por causa de su ausencia. ¡Qué poco tiempo ha hecho falta para comprobar la vacuidad de vuestras palabras! Palabras bonitas, eso sí, lehendakari, pero siempre falaces y casi siempre electorales.

Allí también, en Madrid, y esto sí que es importante, entre los imputados nos espera un amigo, un hijo, un hermano. Dos veces detenido, otras tantas torturado y por dos veces absuelto; hace poco, tercera vez detenido y por tercera vez torturado. Un récord macabro. Allí nos espera. Nuestra mirada, al entrar en la sala, nuestra sonrisa y nuestro grito de ánimo serán primero para él y, luego, para el resto: Jon, Ugaitz, Iker, etc. No sé si estas cosas que digo tienen encaje en la definición de apología o enaltecimiento ni me importa. Cuando el corazón se encamina por el sendero de la solidaridad, hay que dejar que ande y que alcance su destino sin trabas. Es impropio de racionales intentar detenerlo.

Animo, Gorka. En esta vista hasta podría suceder que, entre los emisarios de Balza, reconozcáis, tras el biombo, la voz de quien os torturó hasta el aniquilamiento en los modélicos calabozos del tripartito. Y, aunque lo sabéis, me encanta repetirlo: estamos, estuvimos y seguiremos estando siempre con todos vosotros. Seguimos firmes, y cuanto peor lo hacen, más somos, por mucho que un emergente adivino, que hizo añicos la objetividad en EiTB, se disfrace de profeta y augure, en su primer spot, la desaparición de aquellos que le sacan los colores. ¡Listillo! ¡Menuda colección de dominicos la que manteníais agazapados en la reserva, burukide! Y todos con el mismo sermón ¡qué plastas!

Allí, ese día, en alguna sala contigua, ya es casualidad, también estará Marian, alcaldesa que, amén de consecuente con el mandato conferido por su pueblo, tiene todo el derecho a querer, a odiar, a elogiar, a criticar, a aplaudir, a abrazar y a recordar, como es el caso, a quien le venga en gana. ¡Faltaría más! ¿Es éste, Koki, el primer paso para encarcelar en breve a las madres que portan con orgullo las fotos de sus hijos presos? ¿No estabas tú entre los que agasajasteis a Vera, a Barrionuevo y a Galindo a las puertas de la cárcel? Estos ni siquiera han sido juzgados. ¡Cuánta basura y qué maloliente, Koki!

Me gustaría, y con esto acabo, que allí, en la sala, estuvieran con nosotros los consejeros Tontxu y Joseba, junto a Jon Mirena, para grabar y trasladar lo que ocurra a esa nueva asignatura con la que pretenden intoxicar a nuestros vástagos. También agradecería, ya que el juicio se celebra en Madrid, tu presencia, Koki, para que me cuentes las historias tan espantosas que, en privado te ha tenido que confidenciar tu amigo Rubalcaba, otro dominico. Tampoco estaría de más que acudiese el Ararteko, para no ser yo, Iñigo, sino tú directamente el que compruebes la veracidad de tus valientes conclusiones sobre el trato con el que el tripartito -los tres- obsequió a nuestros hijos en sus angélicos calabozos.

¡Aurrera, mutilak! No os preocupéis por vuestros viejos. Estamos más arretxos que nunca. ¿Cuánto peor, mejor? Pudiera ser. El delirio del opresor nos está llenando la alforja de razones. Y el mundo lo está visualizando. La verdad siempre gana. Nos vemos en la jaula.

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