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Raimundo Fitero

Producciones especiales

Seguro que ya lo saben, pero la noticia es que un reportaje que hemos visto en casi todos los medios de comunicación en el que se nos advertía de un coladero en el aeropuerto de Barajas por el que entraban inmigrantes sin pasar por los controles, una de esas piezas realizadas con cámara oculta y que causan alarma social, no era nada más que un burdo montaje de una periodista, una cadena manipulada y manipuladora, la complicidad de dos maderos con ganas de ascender y una necesidad social de encontrar algunas claves que ayuden a justificar todas las paranoias y las represiones actuales o venideras que se van manifestando.

Sí, Tele Espe, la televisión de Madrid que es asilo de las ideas más reaccionarias, es también un lugar para la ficción política y policial. Aunque no es exclusiva de este ente, en casi todas las noticias de detenciones masivas, enjuiciamientos de arrastre, lucha contra enemigos tangibles o imaginarios, la ficción se solapa con los supuestos y pocos datos objetivos, y siempre hay una narración imaginativa absolutamente ideologizada y antidemocrática de lo sucedido. La presunción de inocencia solamente se aplica a los delincuentes y criminales de corbata y con cientos de desesperanzas en sus especulaciones, al resto, se les juzga primero a hostias en los cuartelillos, y después se les fusila socialmente a base de titulares y cuentos sucios difundidos sin reservas.

Lo que el suceso que se comenta tiene de aleccionador es demostrar una vez más que es poco ético el periodismo de cámara oculta. Lo es, en el sentido de que se abusa de la confianza de alguien. Y lo es pese a que a uno le guste saber cosas de alguna gentuza. Pero lo es todavía más en todo lo que tiene de posibilidad de manipulación. De descontextualizarse las imágenes y el sonido, de crear, como aquí ahora se ha descubierto, una película en la sala de montaje, ayudada por un montaje previo, con una puesta en escena y una narración capciosa, mentirosa y dirigida directamente a despertar los bajos instintos del ingenuo telespectador. O sea, lo habitual, pero de manera más descarada por venir del departamento de producciones especiales.

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