Carrera hacia la Casa Blanca
¿A qué se refieren cuando dicen que «algo grande puede estar pasando»?
Los primeros choques en la carrera por convertirse en el candidato que luchará por su partido en la carrera hacia la Casa Blanca han instaurado una curiosa sensación: diríase que Obama y Clinton son los únicos que estén disputándose la presidencia. Quizás, al final, la sensación se convierta en realidad y esa disputa termine por enterrar a los republicanos. Quizás no. Mientras tanto, dicen algunos que algo grande está pasando en EEUU. Analicemos «grande».
GARA | WASHINGTON
Quienes afirman que algo grande está pasando en EEUU lo dicen pensando en Barack Obama y en la pasión que, aseguran, está contagiando a cada vez más estadounidenses. Lo ocurrido en Carolina del Sur parece confirmarlo (logró más del doble de votos que Hillary Clinton), pero quienes así hablan lo hacen con la mente puesta en JFK, y es obvio que aún falta mucho para que un fenómeno así se esté repitiendo en EEUU, por mucho que Caroline Kennedy (la hija del ex presidente) y el senador Edward Kennedy hayan hecho público su apoyo al primer candidato negro con opciones reales en la carrera presidencial: «Por fin puedo votar por alguien como mi padre».
Pero, ¿qué significa exactamente «algo grande» para los estadounidenses? ¿Es Obama «algo grande»? De hecho, ¿fue John Fitzgerald Kennedy «algo grande»? Es obvio que hay una gran diferencia entre la dimensión real de cada uno de estos políticos y la percepción ciudadana o la sensación que los medios de comunicación y las maquinarias de propaganda crean o construyen. Una percepción que puede ser real, o simplemente fabricada. Llegados a este punto conviene recordar, como siempre, que la participación ciudadana en los comicios estadounidenses es tan baja que obliga a revisar permanentemente las consideraciones relativas a la verdadera dimensión de las elecciones y de sus protagonistas, así como de los «fenómenos» sociales supuestamente en marcha.
Quienes aluden a que algo grande está ocurriendo lo dicen porque Obama está arrastrando a las urnas a más votantes que otros años y porque, hasta el momento, ha demostrado su capacidad para atraer el «voto blanco». Y, además, porque creen que Barack Obama es la energía que activa una corriente -irracional, según algunos, real según otros- a favor del cambio.
Esa corriente alaba la «amabilidad» de Obama y critica la «agresividad» de Clinton. La corriente contraria responde argumentando que Hillary Clinton sí puede ser una comandante en jefe de garantías para tiempos convulsos como estos, mientras descalifica, hasta el ridículo casi, la estatura política del senador de Illinois.
Desde aquí, en realidad, sabemos más bien poco, especialmente de Barack Obama. Es ahora cuando nos llegan retazos de su biografía y comenzamos a saber cosas sueltas sobre sus viajes y aventuras, aunque pocas, en realidad, sobre sus planes para Estados Unidos.
Lo que ha llegado de los debates televisivos es que es una campaña sucia, dura.
La política exterior
Más fácil de discernir podrían ser, para nosotros, los planes de cada cual en política exterior. Los de Hillary Clinton no variarán mucho de lo que hoy conocemos, puesto que buena parte de lo realizado por George W. Bush proviene de la era Clinton (la de Bill, pero con una presencia nada desdeñable de Hillary) y ha sido llevado a cabo también gracias al apoyo demócrata. Lo que vaya a hacer Obama es otra cosa... o quizás no.
En cualquiera de los casos, lo que la política exterior estadounidense tendrá que definir (y «ejecutar») es la estrategia post-post 11/S. Ése es su gran desafío. El diseño de esa estrategia ha ocupado, en estos últimos meses, a los expertos y estrategas de ambos partidos, el republicano y el demócrata. Los expertos coinciden en que esa estrategia se basará en la famosa navaja suiza: diferentes herramientas para diferentes situaciones. Pero la diferencia estribará en el uso que cada cual quiera dar a esos instrumentos, y en la energía (por usar un eufemismo) con la que cada quien planee imponer la estrategia general en cada caso concreto.
En el caso de Hillary Clinton, el hecho de que su círculo más cercano provenga de la segunda etapa de su marido (con Madeleine Albright y Richard Holbrooke a la cabeza) ofrece suficientes pistas sobre sus intenciones.
En el caso de Barack Obama, sus seguidores creen que ayudará a redefinir el «nuevo marco» de relaciones de Estados Unidos con el mundo, lo que algunos califican como el «nuevo acuerdo». Dentro de ese acuerdo, teóricamente, Obama estaría más predispuesto que Hillary Clinton (y, desde luego, que los republicanos) a renovar el rol real de algunos instrumentos multilaterales, especialmente el de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Para ambos, para el futuro presidente (sea demócrata o republicano), la prueba del algodón será Irak (Obama se opuso a la guerra, aunque últimamente ha matizado algo su discurso; Clinton votó a favor), pero también Afganistán, Irán...
Para que haya una transformación social es necesario un cambio de marco, y está por ver que algunos de los actuales precandidatos sea capaz realmente de hacer algo tan grande.
249
El número de delegados conseguidos hasta ahora, según estimaciones, por Hillary Clinton.
167
Los delegados que, hasta el momento, habría logrado Barak Obama.
2.025
El número de delegados necesarios para ser elegido candidato. Hasta ahora se ha elegido el 11,7% del total de delegados demócratas (4.049).
78%
El 78% de los votantes de raza negro votó por Barack Obama en carolina del Sur. El 19% votó por Clinton.
36%
El 36% de los votantes de raza blanca votó por Hillary Clinton en Carolina del Sur. El 24% por Obama.
77%
Según las últimas encuestas, el 77% de los estadounidenses estaría «preparado» para elegir a un presidente negro.
75%
Y un 75% para elegir a una mujer para la Casa Blanca.
Los dos favoritos a la candidatura republicana para la elección presidencial estadounidense, John McCain y Mitt Romney, llegan hoy codo con codo a las primarias de Florida. El ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, durante largo tiempo favorito a escala nacional y que ha fiado su suerte a esta cita electoral, aparece en los sondeos muy detrás del senador de Arizona y el ex gobernador de Massachusetts. La misma suerte corre en las encuestas el pastor baptista Mike Huckabee.
Estas primarias son las últimas antes del próximo «supermartes». El vencedor en Florida se colocaría en buena posición ante esta macrocita electoral en la que votarán una veintena de estados.
Florida será también escenario de primarias demócratas, aunque la dirección nacional decidió castigar a este estado no llevando a ningún delegado de Florida a la convención nacional por convocar la cita sin su aval. Clinton es la gran favorita y no se descarta que exija el reconocimiento de esos delegados si la pugna con Obama sigue reñida. Una victoria de McCain hoy no sería buena noticia para Clinton, habida cuenta de que el senador de Arizona le supera con creces en su «virtud de campaña»: la experiencia.
Está claro, salvo debacle de ambos, que el candidato demócrata será toda una novedad: una mujer o un candidato negro. Obama, de madre blanca y padre negro, ha tratado, con buen criterio, de estar por encima del debate sobre candidatos o votantes negros o blancos. Los Clinton sí lo han utilizado en cierto modo, pero se les ha vuelto en su contra. De todas formas, el voto «negro» será importante, y en Carolina del Sur se volcó con Barack Obama.