Iñaki Lekuona Periodista
Blanco nuclear
Leo que no saben qué hacer con los deshechos nucleares de Garoña. Pues que se los den a los franceses, que lo mismo los almacenan en algún depósito de altísima seguridad, que lo reciclan en bombas atómicas para venderlas al por mayor en países de bajísima seguridad. ¡Ah, la France! Una contradicción hecha república que nunca deja de sorprendernos. Sobre todo con estos dirigentes que hacen del Estado una empresa y de la sociedad simples operarios al servicio de la producción con el menor coste.
Nicolas Sarkozy se paseó el otro día por India para vender tecnología nuclear y aviones de combate en el país de Gandhi. «Señoras y señores indios», les dijo, «compren nuestros productos porque no sólo lavan más blanco, también les permiten permanecer independientes respecto de los yanquis». Ah, y de los rusos, que aunque ya no haya guerra fría y a pesar de que India fuera en su día un país no alineado, Washington y Moscú llevan camino de traernos por la calle de la amargura con su paz caliente y su rearme atómico. Pero esa es otra canción. La que tararea Sarkozy, aunque trate del mismo tema, tiene otra letra que se empezó a escribir en 1998, cuando Nueva Delhi hizo estallar varios kilotones sumándose de facto al club de los países que se autodenominan potencias nucleares. En aquel entonces, India recibió la desaprobación de los americanos, que continúa hoy, pero obtuvo la comprensión los franceses, que en aquella fecha suscribieron un acuerdo preferencial de compraventa de material atómico.
No es raro, por tanto, que Sarkozy haya alzado su voz contra la Agencia Internacional de la Energía Atómica y que defienda el derecho de India a desarrollar su tecnología nuclear. París tiene mucho que vender y la India mucho que reafirmar sobre todo frente a Pakistán, pero también frente a Washington. Las sanciones de 1998 que impusieron los Estados Unidos a través de la AIEA son una espina clavada en el orgullo del país, afirma un sesudo analista que zanja la cuestión con un «jamás un avión americano transportará la bomba atómica de la India». Uf, pues ya me quedo más tranquilo, oye. Sólo falta que se lleven los deshechos de Garoña a Nueva Delhi para que con la tecnología francesa los conviertan en explosivo. Y aquí paz y después gloria. Cuánto más tendremos que agradecer al bueno de Nicolas.