Amparo Lasheras Periodista
No me lo puedo quitar de la cabeza...
La defensa de la democracia, de la libertad, de los derechos, de la soberanía, del diálogo, no se desarrolla ni crece con palabras buscadas a golpe de demagogia para un discurso electoral
El sábado el tripartito se paseó por las calles de Bilbo dejando en el aire una aureola de desfachatez, de cinismo político y también de mentira. A su lado, compartiendo espacio y descaro, los representantes de Aralar ganaban méritos para recoger las migajas de poder que el PNV quiera regalarles en un momento dado. Esa era la foto y así es como algunos intentan escribir la historia de Euskal Herria. Sin pudor, dejando en las hemerotecas imágenes y palabras que no van más allá de su propio embuste. Triste pero real. Todo se debe a la facultad que se arroga el poder para callar lo que le conviene y criminalizar lo que le perjudica o asusta, o simplemente lo que va en contra de su estrategia política y económica.
Juan María Atutxa (PNV), Gorka Knorr (EA) y Konchi Bilbao (EB) han sido condenados por el Tribunal Supremo por ser componentes de la Mesa del Parlamento vasco que se negó a disolver el grupo de Batasuna después de que esta formación fuera ilegalizada en el año 2002. Tienen razón los dirigentes del tripartito que gobierna en Lakua al afirmar que «estamos ante un grave riesgo de involución política» o al decir que en España el poder judicial pasó de la dictadura a la democracia sin someterse a un auténtico «reciclaje democrático», o cuando denuncian la «aplicación arbitraria» de «leyes excepcionales» que ilegalizan ideas y partidos y restringen derechos políticos y civiles, privando a una parte importante de la ciudadanía «de su derecho a la libre elección». Contra todas estas decisiones antidemocráticas el tripartito y Aralar tienen derecho, como todos los ciudadanos, a manifestarse y recorrer las calles de Bilbo en defensa de las instituciones vascas y de su autogobierno.
Sin embargo, escuchando a la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, o leyendo el artículo con el que los dirigentes de PNV, EA y EB convocaron a la marcha del sábado, una se queda con la impresión de que la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo contra Atutxa, Knorr y Bilbao viene del aire, de un terreno virtual y surrealista, creado no se sabe con qué fines, en los oscuros despachos de los tribunales españoles. Tanto en sus declaraciones como en su artículo, los dirigentes del tripartito han olvidado de forma deliberada, y yo diría que con alevosía, referirse a la raíz, al origen de esa sentencia: la Ley de Partidos. Una ley, promulgada única y exclusivamente para eliminar del quehacer político a la izquierda abertzale y que ahora, por una ironía imprevista del destino, arremete contra ellos con la arbitrariedad que acostumbra la judicatura española. Una ley que ha servido para dinamitar todos los principios democráticos y desencadenar una represión sin límites contra toda idea o formación que defienda la independencia y el socialismo en Euskal Herria. Hoy, después de escuchar en sus precipitados discursos tantas alabanzas a la defensa de la democracia, de los derechos, del diálogo, quisiera preguntar a los señores del tripartito y de Aralar de dónde sacan tanto cinismo, para dirigirse a la sociedad y mantener la compostura sin que en su mirada o en su rostro aparezca un atisbo de vergüenza o un ligero sonrojo... Quisiera preguntarles dónde escondieron su talante democrático cuando la Ertzaintza, cumpliendo con las órdenes de los tribunales españoles emanadas de la Ley de Partidos, cerraron las sedes de Batasuna y apalearon a sus militantes. Dónde tiraron el respeto que dicen sentir por los derechos civiles de la ciudadanía vasca cuando aquel 14 de septiembre enviaron de nuevo a su policía a reprimir brutalmente una manifestación multitudinaria, permitida por el Gobierno vasco, sólo porque Garzón lo ordenó.
Desearía que me explicasen por qué ante la veracidad de una tortura eligen la opción de callar. Cómo se puede pasar por encima de la voluntad popular de un pueblo y atribuirse cargos que nunca les pertenecerán. Tengo curiosidad por saber qué argumentos democráticos se pueden esgrimir para tolerar las abusivas e injustas condenas, impuestas por tribunales de excepción a personas acusadas de ejercer labores políticas y sociales o dirigir un periódico, y volver a callar y callar. Qué razones pueden existir para que la dirección de un partido, con una propuesta real de diálogo en la mano sea encarcelada y la única preocupación de todos ustedes sea seducir a España y conseguir que los mismos que se dedican a encarcelar a políticos independentistas y de izquierdas apoyen sus presupuestos .
Igual que muchos y muchas ciudadanas de Euskal Herria, tengo más preguntas por hacer, pero dudo de que ustedes tengan una respuesta veraz a todas ellas. Sin embargo, estoy segura de que el tiempo me contestará y pondrá a cada cual en el lugar que le corresponde en la historia de este pueblo. La defensa de la democracia, de la libertad, de los derechos, de la soberanía, del diálogo, no se desarrolla ni crece con palabras buscadas a golpe de demagogia para un discurso electoral. Se sustenta en las ideas, en la acción y en la voluntad política. Y es que creo que ustedes, señores del PNV, EA, EB y Aralar, responden al perfil de lo que en la Francia ocupada la resistencia denominaba colaboracionistas. Disculpen, pero es algo que no me puedo quitar de la cabeza.