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Crónica | restos para el horizonte de 2020

Nadie quiere perder el hilo del negocio mundial de la energía

La energía es y seguirá siendo el principal negocio a nivel mundial. El ejemplo es reciente. Los especuladores del mercado inmobiliario pasaron de invertir en el ladrillo al kilovatio. La escasez de petróleo abre nuevas expectativas de negocio y garantiza a los poseedores del «oro negro» mayores ingresos, lo que es sinónimo de poder. En medio de ese debate, las energías renovables quieren hacerse un hueco para ser alternativa al petróleo. Nadie quiere perder el hilo del negocio.

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Juanjo BASTERRA

El Ente Vasco de la Energía (EVE) y Eurobask (Consejo vasco del Movimiento Europeo) organizaron en Bilbo un encuentro sobre «Los retos de las políticas energéticas en el horizonte 2020». José María González Zorrilla, presidente de Eurobask, manifestó que el energético es un sector «altamente estratégico». Ahí está la clave. Se trata de garantizar el suministro para mover los engranajes de la economía mundial y, a la vista de que el petróleo y el gas son energías finitas, se apuesta por la vía del negocio de la energía renovable, pero todavía el crudo «seguirá estando en nuestras vidas».

El desarrollo de la energía renovable tiene mucho que ver con la instauración de un «contrapoder» frente a los productores y poseedores del crudo y gas. Es cierto que Europa, sobre todo, se ha dado cuenta de que por la vía exagerada del consumo energético, el medioambiente sufre y perjudica la calidad de vida, pero detrás de ese análisis se busca contar con alternativas para que en un momento dado Rusia, por ejemplo, no tenga la potestad de «cerrar el grifo, o varíe la ruta del gas hacia China e India, en vez de Europa», según dijo Paul Isbell, director del Instituto Elcano.

La consejera de Industria del Gobierno de Lakua, Ana Aguirre, recordó que hace 25 años la CAV apostó por la diversificación energética. «El gran sueño es conseguir energía abundante, barata y limpia. Es el sueño de la humanidad», indicó. Reconoció que los resultados en la producción de energía renovable en su ámbito es «muy baja». Por otro lado, Alfonso González Finat, consejero principal de la Dirección de Energía y Transportes de la Comisión Europea, señaló que la demanda mundial de energía «seguirá creciendo hasta el año 2050».

La Comisión Europea ha fijado como objetivo que un 20% de la energía tenga su origen en las renovables en el año 2020 y, de ellas, un 10% debe ser producida por los agrocombustibles. Aceptó, en este caso, la crítica que un grupo de científicos europeos hace de que la producción de agrocombustibles «es más contaminante que la quema de fuentes fósiles» y reconoció que «las energías renovables son más caras».

En su intervención, Paul Isbell, director del Instituto Elcano, dejó claro que detrás de todas las fuentes generadoras de energía se encuentra el control económico y político, porque son las que mueven el mundo. Isbell habló de «la vuelta a la seguridad energética». Para él, el precio del petróleo seguirá ascendiendo y, en este caso, precisó que «la globalización económica no ha beneficiado la reducción del crudo en términos reales», ya que en los últimos cinco años «se ha cuadruplicado su precio».

Criticó que se utilice el «oro negro» para ejercer «el nacionalismo energético» y citó a países como Rusia, Venezuela e Irán.

El director del Instituto Elcano explicó que, a partir de la crisis del petróleo en los años setenta, se logró la seguridad energética que «hasta hace cinco años no ha vuelto a resurgir». Lo que Isbell considera negativo para las grandes economías mundiales y las multinacionales del sector, sin embargo, ha beneficiado a los países de economías emergentes, porque han pasado a controlar la producción por medio de empresas estatales y han encarecido los impuestos a las compañías multinacionales que operan en cada país. «Las empresas privadas han pasado de pagar un 20% de impuestos a un 80%, lo que les desmotiva para invertir», aunque a esos países les ha permitido reducir su deuda externa con el Fondo Monetario Internacional y aumentar el gasto social, como es el caso del país que preside Hugo Chávez, Venezuela.

«Los países de la OPEP han pasado de contar con ingresos de 200.000 millones de dólares en 2002 a más de 550.000 millones en 2007 con ese encarecimiento fiscal», dijo. Dudó de la calidad democrática de esos países, aunque no lo hizo, por ejemplo, de Arabia Saudita que puso de ejemplo de actividad.

También participaron representantes de Iberdrola, Naturgas y Abengoa, que pidieron avanzar en nuevas energías.

 

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