La situación en Kenia empeora por momentos y las cifras de muertos en el conflicto que enfrenta a las comunidades de los candidatos a la presidencia del país crecen día a día. Los últimos datos hablan de 800 muertos.

En todo el mundo, pero especialmente en Africa, la resolución de los conflictos políticos es compleja. En estos momentos es difícil plantear las líneas maestras de un acuerdo que pueda traer una situación de estabilidad y justicia a Kenia, donde los conflictos se remontan a los repartos de poder heredados de la época colonial. Sin embargo, es evidente que romper las reglas básicas de las relaciones internacionales y la diplomacia no ayuda. Los organismos internacionales que monitorearon las elecciones dejaron claro que había habido graves irregularidades. Ante este hecho la comunidad internacional debía, una de dos, haber determinado el verdadero resultado del escrutinio o reclamar otra cita electoral.

En este contexto, la visita de Kofi Annan para buscar un acuerdo entre «las partes» no deja de ser un burdo ejercicio de realpolitik. Un acuerdo en esos términos no responde a las necesidades de Kenia, sino a las de la ONU en esa región.