GARA > Idatzia > Mundua

Más de cien muertos en Kenia sin que se atisbe una salida al conflicto

Más de un centenar de personas han muerto ya en el Valle del Rift en los últimos cinco días. Los cadáveres, que presentan heridas de machete y flechas, llenan las morgues de Nakuru y Naivasha. Ni la visita a la zona del ex secretario general de la ONU Kofi Annan ni su llamamiento a la clase política de Kenia para que logren un acuerdo han dado resultado. El presidente Mwai Kibaki, acusado de fraude electoral, sigue negándose a convocar nuevos comicios.

p020_f01_199x116.jpg

GARA |

La oleada de violencia continúa azotando Kenia. El número de fallecidos aumenta cada día en el Valle del Rift. Según el inspector de Naivasha, situada a 90 kilómetros al norte de Nairobi, 22 personas han muerto en esta localidad en los dos últimos días. De ellas, al menos, cinco fueron quemadas en sus domicilios. Un periodista de la agencia Reuters afirmó haber visto 32 cadáveres en el depósito. En Nakuru, la cuarta ciudad de Kenia, los cuerpos también se hacinaban en la morgue. Un trabajador de la misma subrayó que en los últimos cuatro días han recibido 65 cadáveres con heridas de machete y flechas y quemaduras.

En Kisumu, favorable al opositor Raila Odinga, líder del Movimiento Democrático Naranja (ODM), la Policía lanzó gases lacrimógenos y disparó al aire mientras miles de personas tomaban las calles para protestar por las muertes de miembros de la comunidad luo, a la que pertenece Odinga.

Según estimaciones provisionales, 130 personas han perdido la vida desde el jueves en este valle. Dirigentes del ODM han acusado a la Policía de actuar de manera parcial. «Su deber es proteger la vida de los keniatas así como sus bienes, pero las fuerzas de seguridad se desentienden cada vez que los kikuyu atacan a otras etnias», denunció el presidente del ODM, Henry Kosgey en una comparecencia realizada en Nairobi.

Aparición de «milicias»

Aunque la composición de la Policía es multiétnica, la mayoría de los mandos son kikuyus. «El Gobierno está fomentando y patrocinando la violencia a través de la Policía y los mungikis -un grupo perteneciente a los kikuyu-, por lo que es culpable de organizar y perpetrar un genocidio», resaltó.

En la misma rueda de prensa, William Ole Mtimama, uno de los diputados más antiguos y respetados del país, criticó duramente al portavoz del Ejecutivo de Kibaki, Alfred Mutua, al que acusó de «ser un elemento incontrolado y de incitar a los keniatas a la violencia mediante sus comunicados».

Desde el inicio de las protestas el 27 de diciembre, 800 personas han muerto en Kenia y otras 260.000 han tenido que abandonar sus hogares. Muthoni Wanyeki, directora ejecutiva de la Comisión independiente de Derechos Humanos de Kenia, pidió al Gobierno que proteja los campos de refugiados temporales que se han establecido en el Valle del Rift para acoger a miles de personas que han huido de sus localidades.

«Todavía no son seguros. El Estado ha reforzado el números de efectivos para evitar las protestas en Nairobi, pero no hay suficientes fuerzas para proteger los campos, lo que resulta ridículo», subrayó. Advirtió además que detrás de los actos violentos se esconden «milicias organizadas». «Tenemos los nombres de algunos de los campos de entrenamiento y de algunos de los dirigentes pero todavía estamos tratando de averiguar quiénes son los líderes», afirmó en declaraciones a al-Jazeera.

El fraude electoral de Kibaki abrió la caja de Pandora

El anuncio el pasado 30 de diciembre de la victoria de Mwai Kibaki, ampliamente cuestionada por los observadores internacionales, ha abierto la caja de Pandora en Kenia. En los barrios más pobres de Nairobi y la localidad de Kisumu, bastiones electorales de Odinga, son frecuentes los carteles con el lema «Sin Raila, no hay paz». Pese a las constatadas irregularidades en el proceso electoral y en el recuento, Kibaki se niega a convocar nuevas elecciones tal y como le exige la oposición. Además, la crisis y protestas derivadas del fraude electoral han revivido otros conflictos recurrentes en la reciente historia de Kenia como el acceso a la tierra en la muy fértil provincia del Valle del Rift. «Desde que accedió al poder en 2002, Kibaki, al igual que los Gobiernos anteriores, no ha hecho nada para arreglar la cuestión del reparto de la tierra», denunció recientemente Keffa Magenyi, miembro del Consejo Nacional de las Iglesias de Kenia.

El secretario general de la Cruz de Roja en el país africano, Abbas Gullet, alertó del «círculo vicioso que suponen los contraataques y actos de venganza por parte de aquellos que fueron atacados primero».

«El sábado, ocho hombres de la etnia kikuyu y armados con machetes entraron en mi casa. Me pidieron la documentación para ver a qué grupo pertenezco. Tras golpearme, me hicieron la circuncisión a la fuerza, con un machete», relató a AFP un joven luo. Al contrario que los kikuyu, los luo no se hacen la circuncisión. Casos como éste se han venido repitiendo en las últimas semanas, sobre todo, en Nairobi, y plasman la gravedad de la situación. GARA

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo