La crisis política libanesa ha degenerado desde el domingo, cuando el Ejército y los servicios de seguridad se vieron inmersos en el conflicto, alimentando así los temores a una guerra civil, según destacaban ayer los analistas.

El Ejército se enfrentó el domingo a una manifestación que acabó con incidentes en los que se registraron seis muertos y decenas de heridos, mientras Líbano padece desde hace más de un año una grave crisis política en torno al reparto del poder entre la mayoría antisiria y la oposición.

«El Ejército se ha visto inmerso en el conflicto y está forzado a adoptar un papel político después de un año», particularmente en relación a la candidatura del comandante en jefe del Ejército, Michel Sleimane, a la Presidencia de la República, afirma Amal Saad-Ghorayeb, del Instituto Carnegie Middle East Center.

«El Ejército se encuentra entre la espada y la pared», añade Saad-Ghorayeb, especialista en la formación chií Hizbullah, la fuerza más importante de la oposición libanesa.

Chiíes muertos

Dos militantes de Hizbullah y otros dos del movimiento chií Amal, que también forma parte de la oposición antioccidental, se encuentran entre las personas que murieron el domingo por disparos del Ejército mientras participaban en una protesta contra el corte de suministro eléctrico.

Ambas formaciones han exigido «una investigación seria» sobre los incidentes que se registraron en un suburbio de mayoría chií de Beirut.

«Que en una misma noche haya seis muertos de la misma comunidad es algo que será difícil de superar», considera Oussama Safa, director del Centro Libanés de Estudios Políticos.

«Existen provocadores que tratan de tomas ventaja en la escalada de violencia y debilitar al general Sleimane ensuciando su imagen», añade. «Sus posibilidades de convertirse en presidente disminuyen cada día que pasa», destaca Safa.

Ambos analistas consideran imprescindible que exista una investigación profunda y rápida sobre lo ocurrido el domingo para tratar de rebajar el enfado chií.