Iñigo Cabezafuego es uno de los músicos más entusiastas, dinámicos y prósperos culturalmente de nuestra escena. Sin necesidad de virtuosismos, para eso ya están otras piezas de la aventura, Iñigo Garcés es musicalidad, ideas, un motor dispuesto a encajar hasta en el silencio de un avión de papel. Primero fue parte de Mermaid, una de las primeras formaciones en reactualizar la escena musical navarra y por extensión, como en la historia, llegar hasta el final de Bizkaia o Araba. Quebró porque la genialidad de base es frágil, porque los espíritus basados en las emociones acaban con su propio nirvana. Después llegaron Basque Country Pharaons, ya fundido en las páginas de las revistas y medios especializados, Atom Rhumba, proyecto que retomará el vuelo, cabe imaginar, pero aletargado de momento y, Royal Canal, la banda que esta noche presenta en Kafe Antzokia «Soldados».

«La verdad es que no sé qué duración pueda tener Royal Canal. Quiero hacer más y más cosas. De hecho, ya tengo nuevo proyecto: Black Lagun (con 2/3 partes de Mermaid), western-punk en euskara. También hay otra cosa, pero va a ser tan grande que miedo me da hablar de ello. Nos contratarán para el Aberri Eguna, la Korrika, el Nafarroa Oinez y cuando la final del 4 y medio sea como la Superbowl, en el descanso también nos contratarán. Y esto no es una broma, tiempo al tiempo», asevera Iñigo Garcés.

«Soldados» se ha grabado en Bonberenea, Tolosa, con Carlos Lisabö y en los estudios Montreal de Hans Krüger, en Iruñea. «Todas las canciones giran en torno a dos conceptos: la lucha, en varias versiones de ella y la pérdida de la inocencia infantil. Sólo sale en vinilo, porque creemos que la industria del cd está muerta. Así lo demuestra que hemos recibido muchísimos más emails pidiéndonos este nuevo disco que el anterior, que sólo salió en cd. Es música sicodélica de la clase trabajadora. Luchamos mucho y luchamos bien por hacer lo que hacemos».

Removiendo el asunto de las sucesivas rupturas de banda, planteamos si el nomadismo tiene que ver con los escasos beneficios alternativos. «Desde mi experiencia, te diré que el término medio es lo que mata a muchos grupos. Los que se quieren hacer profesionales la cagan y se joden. La profesión de músico, desde mi punto de vista, es más sucia que la de chapero. O estás muy arriba y no te enteras de toda la mierda, porque te tratan con algodones, o te quedas muy abajo, en la furgo, con tus cuatro colegas de siempre, tocando por divertirte, beber y ver a otros amigos».

Todas las bandas de Iñigo han mirado al pasado musical, más allá de sus contemporáneos, ¿es posible que no exista nada actual que observar? «Sí que me motivan cosas, pero las siguen haciendo gente que es de esas otras épocas. ¿Qué quieres, que me gusten los putos Babyshambles, los Arcade Fire? ¿Qué sentimientos me pueden sacar esos universitarios que no me hayan sacado a hostias gente como Shane McGowan en cualquiera de sus baladas borrachas?». ¿The Pogues? Parece que sí.

A la pregunta -como decía el pionero de la máquina de la verdad, Julián Lago- de contar la biografía, el implicado, pasa; no obstante, nos deja señas de la banda: «Ander My Wheels toca la batería, y va a ser padre. Roman toca el bajo, es de Eslovaquia, está casado con una japonesa y su familia está loca del copón. Adolfo toca la guitarra, es madrileño y ha hecho crecer a esta banda hasta tocar la punta de la planta mágica. Sapiencia y fuerza. Yo soy Iñigo Cabezafuego y toco la guitarra y canto». Royal Canal recuperan la épica de Alarm sicodelizándola.