La máquina ilegalizadora del Estado ha metido ya el turbo y aún a algunos les parece timorata la actitud de los inquisidores de ZP. Al editorialista de «El Correo Español», por ejemplo.

Según el escribiente de Vocento, «EHAK se ha conducido en el Parlamento de Vitoria desde 2005 como una formación protegida por el paraguas de la legalidad, hasta que la Fiscalía ha acumulado indicios suficientes para actuar contra ella por su `comprobada subordinación' a los dictados de ETA y su `intensa instrumen-talización' por parte de Batasuna».

El editorialista de «El Correo Español» da por bueno todo lo que el fiscal repite de los informes policiales y arenga a la población contra ZP porque «es la contundencia de ese relato probatorio el que siembra dudas sobre los verdaderos motivos de las vacilaciones que ha exhibido la Fiscalía antes de formalizar su demanda y el que lleva a cuestionar su convicción final de que EHAK no emergió en las autonómicas de 2005 como un vehículo para suceder a Batasuna, sino que le ha prestado un `auxilio valioso' con una estructura diferenciada. El Ministerio Público justifica en esa distinción que haya optado por requerir la ilegalización en vez de recurrir al trámite más ágil de ejecución de las sentencias ya dictadas, solicitando al tiempo medidas cautelares para impedir que EHAK prosiga con su actividad política y siga disfrutando de sus cauces de financiación institucional». O sea, un poquito débil el fiscal...

La tranquilidad llega al espíritu atormentado del escribiente porque «será el Supremo el que resolverá en último extremo sobre la disolución o no del grupo parlamentario de EHAK. Pero la gravedad de las imputaciones y la sistemática constatación de cómo la izquierda abertzale ha colocado la legalidad que la amparaba al servicio del terror apelan desde este momento a la inexcusable responsabilidad del tripartito vasco para no alentar iniciativas que acaben concediendo una interesada cobertura al victimismo abertzale, incidiendo en la censurable resistencia frente a la acción judicial que desembocó en la condena de Juan María Atutxa». A ver qué pasa ahora.