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Los feligreses piden al Obispado la reapertura de la ermita Ángel de la Guarda de Donostia

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Los feligreses que cada domingo acudían a la ermita del Ángel de la Guarda, situada en el barrio donostiarra de Igara, se encontraron en diciembre con las puertas del templo clausuradas. El Obispado ha decidido cerrar la ermita porque cree que de este modo evitará la dispersión de los fieles. En la iglesia se oficiaba la misa dominical desde hace 40 años.

Según han explicado los feligreses que acudían a la citada ermita, el pasado 2 de diciembre el párroco de Ibaeta se presentó a las puertas de la ermita y les explicó «que no volverán a realizar allí más misas porque, según él, el buen funcionamiento de la ermita dispersa a los fieles y deja vacía su flamante nueva iglesia de Ibaeta».

Los feligreses se quejan de la actuación del sacerdote: «Don Luis ha acudido por primera vez desde que es párroco un domingo a la ermita del Ángel de la Guarda a disolver al grupo de feligreses que allí se juntan, a quitar las llaves a los que habían mantenido impecable la ermita con el paso del tiempo y a cambiar la cerradura para que no se nos ocurra volver a reunirnos un domingo allí».

En una carta suscrita por decenas de personas, subrayan que la que se celebra en la ermita «es una misa familiar, en euskara, donde todos los fieles se conocen, a la que acude gente de todas partes (Usurbil, Añorga, Andoain, Villabona, Amara, Pasaia...) y, lo que es más importante, nadie se siente incómodo».

«Llama la atención»

Destacan además que «al contrario de lo que ocurre en la mayoría de las iglesias, el número de fieles que acuden a la ermita aumenta con el paso del tiempo». Por eso, dicen que «cuando la gente ha desertado tan masivamente de la asistencia a la misa dominical, llama la atención que se pueda producir semejante desasosie-go a unas personas que se reunían gozosas para oír misa en una ermita donde no hay calefacción y, a veces, ni bancos suficientes para sentarse todos».

Critican, asimismo, la manera en la que se ha tratado el conflicto. «El cierre de la ermita no ha sido resultado de un diálogo entre partes», advierten.

Por todo ello, las personas que cada domingo acudían a la ermita del Ángel de la Guarda exigen al Obispado que reabra el templo.

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