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La prisión de Naivasha se convierte en refugio para miles de desplazados

Alrededor de 4.600 personas, de la etnia luo, luya y kalenjin, se han refugiado en la cárcel de máxima seguridad del distrito de Naivasha, al oeste de Kenia. Tras haber perdido sus pertenencias y ante el temor a nuevos ataques, sólo piensan en regresar a sus lugares de origen.

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Béatrice DEBUT |

La prisión de máxima seguridad de Naivasha, al oeste de Kenia, se ha convertido en un refugio improvisado para miles de personas, sobre todo de la etnia luo, que han abandonado sus hogares debido a la violencia registrada este último mes. Ese es el caso de Apollo, mecánico de profesión. Como él, 4.600 personas, de las comunidades luo, luya y kalenjin, han buscado refugio en esta cárcel, situada a 80 kilómetros al noroeste de Nairobi y que alberga a 2.500 presos.

«No puedo vivir con personas que no son mis amigos. Mis vecinos, kikuyus, no quisieron esconderme cuando el barrio fue atacado por los kikuyu», relató Apollo, natural de la provincia de Nyanza, en el extremo occidental. De etnia luo, llegó a Naivasha en 1995. «Voy a regresar a Nyanza, allí estaré más seguro, trabajo donde sea», manifestó. A sus 44 años, acaba de perder dos coches y el de un cliente en los últimos enfrentamientos.

Durante muchos días, Naivasha sido escenario de terribles actos de violencia entre etnias. Tras conocerse los resultados de las elecciones presidenciales, los luo y kalenjin expulsaron a decenas de miles de kikuyus -representan cerca de dos tercios de los 350.000 habitantes- de Naivasha, uno de los pulmones de la economía del país.

«Los kikuyu pueden volver y cortarles el cuello», advirtió el reverendo Tobias Guya, también desplazado y decidido a regresar a Nyanza. «La gente aquí no tiene nada. A mí no me quedan más que mis hábitos. Y ¡aquí estoy, en esta prisión!», exclamó este religioso luo, que ha cambiado su habitual residencia por la iglesia de la prisión.

Wilson, empleado en un bufete de abogados, es otro de los refugiados. «Creía que teníamos derecho a residir en cualquier parte del país, pero está visto que ese derecho constitucional es papel mojado», remarcó, al tiempo que acusó a la Policía de proteger a los responsables de la violencia. «Hemos pedido a los diputados que nos faciliten el transporte para volver a nuestras tierras ancestrales. No se puede confiar en el gobierno», incidió. Pero, las autoridades no son partidarias de los desplazamientos. Según el responsable del distrito, Katee Mwanza, eso «crearía un mal precedente. Pensamos que el perdón es posible, aunque habrá que hacer muchos esfuerzos».

La UA: «La situación debería ponernos a actuar»

La Unión Africana pidió ayer una urgente solución para resolver la crisis. «La situación que se vive en Kenia debería ponernos a actuar y no quedarnos a la espera», afirmó Alpha Konare, presidente de la Comisión de la UA, en la apertura de la cumbre semestral. En esa línea, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, incidió en que los líderes políticos de este país africano «tienen la responsabilidad de resolver la crisis cuanto antes».

La realidad, sin embargo, va en dirección contraria a estas declaraciones. Ayer, Kofi Annan, que ejerce de mediador, anunció el aplazamiento de las negociaciones entre el Gobierno de Mwai Kibaki y la oposición por la muerte de un diputado del Movimiento Democrático Naranja (ODM), . «A causa de lo ocurrido, hemos pospuesto la sesión de esta tarde y trabajaremos durante todo el día de mañana -por hoy- para que puedan ocuparse de las cuestiones urgentes», manifestó Annan.

Un agente de Policía acabó con la vida de David Kimutai Too en la localidad de Eldoret, en el Valle del Rift. El dirigente del ODM, Raila Odinga, condenó esta muerte por «motivos políticos» y cuyo «objetivo es reducir la mayoría». La Policía alegó que se debió a un «crimen pasional». GARA

diputado muerto

David Kimutai Too, del opositor ODM, falleció por un disparo de un policía en Eldoret. Es el segundo diputado muerto esta semana. El lunes, Melitus Were fue abatido en la puerta de su casa en Nairobi.

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