El Gobierno y la oposición de Kenia retomaron ayer sus conversaciones en Nairobi para intentar sacar a este país africano de uno de las peores crisis desde la independencia. Sin embargo, en el oeste de Kenia, la tensión se mantenía debido a operaciones policiales y a enfrentamientos entre comunidades rivales.

Tras el fracaso del acuerdo alcanzado el 1 de febrero, el Gobierno y la oposición volvieron a reunirse en la capital keniata bajo la supervisión de Kofi Annan, el mediador designado por la Unión Africana (UA).

«Hemos retomado el diálogo en Nairobi y las dos partes han mostrado su determinación a poner fin a la crisis y dar prioridad al fin de la violencia», informó, bajo la condición de anonimato, un responsable del Ministerio de Exteriores.

El 1 de febrero dos equipos de negociadores acordaron una hoja de ruta para poner fin a los enfrentamientos y a la crisis humanitaria que provocaron y encontrar una salida a la crisis política que provocaron las elecciones del 27 de diciembre de 2007.

Desde hace un mes, Kenia está sumida en una de sus peores crisis desde su independencia en 1963, debido a la contestación por parte de la oposición de Raila Odinga (un luo que ha recibido el apoyo de otras etnias) de la reelección del presidente Mwai Kibaki (kikuyu).

La violencia político-étnica ha provocado más de 1.000 muertos y entre 250.000 y 300.000 desplazados.

Sigue el conflicto

En el valle del Rift (oeste), convertido en el epicentro de los enfrentamientos, los conflictos territoriales y étnicos latentes y que jamás han sido resueltos por los sucesivos gobiernos han estallado tras las acusaciones de fraude electoral.

Ayer, cientos de kikuyus huyeron de sus aldeas tras recibir amenazas de muerte de los kalenjin. Una operación policial provocó otro éxodo.