El presidente timorense, José Ramos Horta, recibió tres impactos de bala cuando estaba haciendo ejercicio físico en las cercanías de su domicilio, situado a las afueras de la capital, Dili. En ese momento, observó dos vehículos que se acercaban hacia él. Según fuentes de la ONU, al oír ruidos de disparos, intentó llegar a casa pero fue tiroteado.

Ramos Horta recibió tres impactos de bala, uno en el estómago y dos en el pecho. En un primer momento, ingresó en un hospital militar australiano, donde lograron estabilizar su situación. Pocas horas después, fue trasladado en un avión medicalizado al hospital Royal Darwin, situado en Darwin, al norte de Australia. Los médicos señalaron que su estado era «crítico, pero estable». «El hecho de que esté estable es una señal positiva que nos hace pensar en una buena evolución», manifestó el doctor Len Notaras. «No está luchando por su vida pero, las heridas son extremadamente serias», añadió. Aún así, vaticinó una «completa recuperación».

Reinado y la crisis de 2006

En el atentado resultó muerto el ex comandante naval Alfredo Reinado, en lucha contra el Gobierno desde 2006. Aquel año, el entonces primer ministro, Mari Alkatiri, decidió echar a 600 soldados en huelga, lo que equivalía una tercera parte del Ejército. Los soldados, la mayoría procedentes de la parte occidental, denunciaban que estaban siendo discriminados por los líderes del Este, a quienes acusaban de corrupción y nepotismo. Todo ello desembocó en numerosos episodios violentos, en la muerte de 37 personas, en el desplazamiento de otras 150.00 y en el envío de tropas por parte de Australia, donde precisamente Reinado recibió instrucción militar. Él fue uno de los muchos comandantes que se unió a la revuelta contra el Gobierno, a quien exigían la readmisión de los soldados. Tras la llegada de mediadores internacionales, se consiguió estabilizar un poco la situación en Timor Oriental.

Reinado participó, incluso, en una ceremonia de entrega de armas y juró fidelidad al presidente Xanana Gusmao, actual primer ministro. Poco después, sin embargo, fue arrestado por «posesión ilegal de armas» y encarcelado en la prisión de Dili, de la que logró escapar tan sólo un mes más tarde junto a medio centenar de prisioneros. Dijo que cambiaría de posición si se diesen ciertas condiciones, como la retirada de las tropas extranjeras de Timor Oriental.

En mayo de 2007, Gusmao ordenó a las tropas australianas dar con el paradero de Reinado y sus hombres, que previamente habían atacado un puesto de Policía y robado sus armas. Cinco milicianos murieron en enfrentamientos en la localidad de Same, a unos 50 kilómetros al sur de Dili. Reinado escapó. En noviembre de ese año, advirtió de que «la situación y estabilidad iban a estar en peor condiciones que en la crisis de 2006».

Gusmao señaló que él mismo salió ayer ileso de un segundo atentado. Dijo que hombres armados atacaron su comitiva poco después de salir de su casa, si bien, nadie resultó herido.

«Intento de golpe de Estado»

Afirmó que «ambos atentados eran parte de un intento de golpe de Estado de Reinado». «Pese a que el Estado ha sido atacado por un grupo armado y de que el presidente está herido, la situación permanece bajo control», resaltó el primer ministro.

A petición suya, el Parlamento timorense aprobó la declaración de Estado de sitio por un periodo inicial de 48 horas en todo el territorio y pidió la suspensión del derecho de libre circulacion imponiendo el toque de queda entre las 20.00 horas y las 6.00 de la mañana. En la votación, hubo 32 votos a favor de la propuesta del jefe del Gobierno y 10 abstenciones.

A estas medidas restrictivas se les une el anuncio de Australia de que reforzará su presencia militar en la ex colonia portuguesa con 200 nuevos efectivos, lo que elevará a mil el número de soldados desplegados allí.

«El intento de asesinato de un dirigente democráticamente elegido en Timor Oriental, un país vecino y muy amigo de Australia, es un elemento que distorsiona el desarrollo», destacó el primer ministro australiano Kevin Rudd. «Ellos han pedido ayuda y nosotros se la vamos a dar», declaró.

Por su parte, el ministro de Defensa neozelandés, Phil Goff, adelantó que su país mandará entre 20 y 35 soldados, y otros 170 se quedarán a la espera.

Indonesia, que administra la mitad occidental de la isla, indicó que desplegará a más soldados en la frontera «para evitar que escapen los rebeldes».

Lo ocurrido generó una cadena de reacciones y condenas en todo el mundo. Desde Timor Oriental, se acusó a la ONU de inoperancia y de no asistir a Ramos Horta tras el atentado.