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Ramón Sola

Erabaki?

Aunque la capacidad de sorpresa parezca agotada a estas alturas, hay mensajes escuchados en la vorágine de los últimos días que no pueden dejar de provocar estupor. Por ejemplo, la afirmación de Zapatero ante sus correligionarios del PSOE de que «hoy estamos más cerca del fin de la violencia». O la apuesta de Erkoreka por volver a Loiola cuando el PNV salió corriendo con el PSOE y cerró la puerta. O palabras necias a las que es mejor hacer oídos sordos, como las de Azkuna llamando «matones de taberna» a manifestantes con las manos vacías y no a policías armados hasta los dientes. O las del Tribunal Supremo español cuando dice que es mejor no suspender de momento a EHAK para garantizar el pluralismo político.

Pero más estupefacción todavía que todo esto provoca parte de la fotografía del domingo en el Palacio Kursaal.

La iniciativa Erabaki, no cabe duda, habrá atraído a gente de buena fe, que entiende que la demanda del derecho a decidir es justa y que requiere impulso social. De acuerdo. Entre ellos, sin embargo, estaban dirigentes como Iñigo Urkullu, presidente del PNV, o la portavoz de Lakua, Miren Azkarate. Y hace falta estómago -o flema- para aplaudir afirmaciones razonables como «el derecho a decidir abre camino a la paz, basada en la no-violencia» mientras se encomienda a la Ertzaintza ejecutar la decisión... de Madrid y ejercer la sí-violencia sobre ciudadanos vascos. Exactamente a esa misma hora, a sólo cien kilómetros.

La novedad no estaba en la carga de Bilbo. Esa imagen, por desgracia, se ha visto demasiadas veces. La novedad está en la foto del Kursaal. ¿Qué hacen Urkullu o Azkarate en una iniciativa por el derecho a decidir que aspire a ser sincera? ¿Cómo va a creerse alguien que son capaces de impulsar una demanda tan seria y profunda cuando no son capaces ni de permitir -no digamos ya apoyar- una manifestación contra el veto a dos partidos vascos? ¿Cuál es su derecho a decidir en un país en que toleran que ni siquiera uno pueda votar a quien quiera? ¿Cuál en un lugar en el que dar una rueda de prensa se paga con cárcel? ¿Qué grado de compromiso venden si no son capaces ni de defenderse a sí mismos de las condenas de Madrid, como muestra el «caso Atutxa»?

El abrazo al derecho a decidir de Urkullu o Azkarate no se lo cree nadie en este país. Su Erabaki es mucho más limitado. Acaba justo en las elecciones, primero en marzo y luego en las autonómicas. Donde, por cierto, si la izquierda abertzale siguiera vetada al PNV igual no le salen las cuentas...

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