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«Siempre he sentido que mi verdadero sitio se encuentra en la composición»

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Anari

Retrato en Directo

La aparición en escena de Anari rompió cierta monotonía cotidiana, al menos desde el punto de vista del rock femenino, siempre con menos salidas, estrangulado de base por el modelo cultural dominante. De aquella primeriza guitarra acústica, de los versos descalzos, se ha pasado a una chica capaz de mostrarse con soltura y emotividad bajo diferentes propuestas, todas personales, todas singulares.

Pablo CABEZA | BILBO

La breve historia de «2007ko martxoaren 31ean Bilboko Kafe Antzokia», cinco canciones en directo, es la descarnada síntesis de la década larga de propuestas que Anari Alberdi lleva realizando desde sus solitarias primeras apariciones en público alrededor de 1995. Los actuales temas en directo reflejan la capacidad de la artista para desdoblarse en papeles de diferente dramatismo. «Zebra», «Inon izatekotan», «Geuk piztutako suak», «Desertua» y «Haize eza» recuerdan a sus seguidores, a quienes le perdieron la pista, a quienes nunca llegaron, que la solista de Azkoitia posee una clase y un gusto por la canción de sentimiento que le sitúan al lado de los nombres internacionales venerados desde el mundo de la especialización o de lo alternativo. Anari se rompe en un millón de pedazos recuperables, seduce con su voz de invierno, con la libertad de sus arreglos y con la inteligencia con que los temas se van abordando. Ahora se despide por unos meses. Pero todo volverá al círculo sagrado. Las distorsiones no se pierden, el caos aguarda en uno de los canales del estéreo. Aquí quedan las canciones por si Nick Cave quiere acompañarlas, por si decides que una de las cosas importantes de este día es encontrarte con la fuerza sentimental de «2007ko martxoaren 31ean Bilboko Kafe Antzokia».

El mini cd se grabó en Kafe Antzokia. ¿Era el lugar adecuado?

De alguna manera, entendimos que era el último concierto de la gira del disco «Zebra». Habíamos hecho casi cincuenta conciertos en un año y sentimos que había que parar. Además Inoren Ero Ni empezaba a preparar su nuevo ep y tenemos un acuerdo tácito de no intervención el uno en el otro, por lo que decidimos parar. Casi siempre acabo las giras con sensación de querer cambiar de sonido, de formato... Me aburro rápido.

Usted no es muy partidaria de los directos, ¿no?

No soy partidaria de los discos de directo; pero tocar en directo me encanta. De hecho, me ha dado una gran pena parar en este momento. Creo que ahora mismo es lo que más me gusta. Está muy bien eso de ir a cantar las canciones y que la gente te las cante a ti. No obstante, me refiero a que los conciertos, la gira, era un 80% «Zebra», por lo que no encontraba mucho sentido en volver a editar las canciones casi igual que en el cedé. Por otra parte, quería aportar mi grano de arena a la idea bidehuts (www.bidehutz.net), por lo que me incliné por las canciones que aportaran algo distinto respecto a la versión grabada, fuera emocional, instrumental o estilísticamente. Y así salió.

Da la impresión de que está un poco de vuelta de todo.

Para nada. El pasado día 3 dimos el que va a ser el último concierto en bastante tiempo en el Bukowski, en Donostia. Era una espinita que tenía clavada, había visto muchos conciertos allí y fue tremendo. Muy emocionante. Además, siempre he sentido que mi verdadero sitio se encuentra en la composición. Las canciones son lo más importante, aunque suene a tópico. Me encanta escribir, cantar, interpretar todo lo que no entiendo o no quiero entender... Cambiar, reescribir, recantar... Todas esas sensaciones están más vivas que nunca dentro de mí. Este año ha sido el mejor de mi vida como cantante. No podría pedir más. Hemos tocado en mil sitios, grandes y pequeños, y ha venido gente a vernos, a veces más, otras menos. Hace diez años que empecé en esto y poco a poco, hemos llegado a más público, a una inmensa minoría.

¿Es una feliz disidente...?

Feliz disidente. Muy feliz, la verdad. Me gusta. A veces envidio el mundo de la literatura, donde los escritores, al menos algunos, son más críticos con el sistema establecido por y para ellos. Creo que la música es una actitud en sí, yo la siento así. Y el mundo de la música, como todo el arte en general, está en manos de gente que no tiene ni idea de música y nadie hace ni dice nada. Y esto es muy pequeño, para lo bueno y para lo malo, y el control cabe, por desgracia, en muy pocas manos. Todo está estrechamente relacionado de manera que, aunque parezca un chiste, tú vas a hablar de tu obra y, al final de la conversación, sale Eroski por alguna parte; el formato de tu obra tiene que ser compatible con las estanterías de Eroski. Y así todo. Yo creo en otra manera, quizá más pequeña, de hacer las cosas. Y, por suerte, para el pequeño, el tiempo está demostrando que no se vende más por acaparar más. La gente a la que le gusta la música es la que más va a los conciertos, ¿y qué quieres que te diga?, para nosotros es lo único que vale: tocar, cantar, hacer llorar, saltar, gritar... Y creo que nos buscaremos la vida para grabar y para hacer llegar a la gente lo que hacemos, sea por la vía que sea.

Comenzó a tocar públicamente hace poco más de diez años, ¿qué es lo más paradójico?

En Euskadi, la mayoría de la producción artística -bandas, conciertos, discos...- no pertenece a las grandes discográficas locales, ni aparece en nuestras radio-fórmulas. La famosa crisis discográfica no ha afectado tanto, porque siempre fue duro. El problema es que sólo se habla de las super-producciones y las super-productoras. Yo me he hartado de repetir que la crisis es estructural, que ha afectado a las super estructuras heredadas del boom de los años 80 y que dio mejores frutos en los 90. En esa época hubo gente que ganó muchísima pasta con la música, cosa que me parece muy bien, pero eso ya se acabó. Hoy casi nadie se puede permitir grabar en nuestros super-estudios, ni alquilar nuestros super-equipos, ni cobrar super-cachés...

¿Qué le ha decepcionado más en todos estos años?

La gran decepción es que aún se sigue funcionando de esa manera. Se crean grandes estrellas mediáticas, en claves de multinacional, puro y duro. Esto es así en todo el mundo, pero nosotros tenemos que analizar lo nuestro. A la mierda se la trata como oro y al oro, como mierda. Sólo importan los números, y el arte es de letras... Y, además, antes de sentarte a hablar, queda claro que te están haciendo el favor de tu vida. Por muy mal que vayan las cosas, no hay que olvidar que las discográficas existen porque existen los artistas y no viceversa. Cuando las cosas han ido bien, las discográficas han ganado muchísimo más dinero con los discos que los artistas. Nosotros, en nuestros primeros contratos con Esan Ozenki, teníamos mejores contratos que músicos que llevaban veinte años. Para mí, la gran pena de cerrar Metak es que ha dejado de ser referencia del buen hacer y respeto hacia el artista. Hay gente que lo está pasando realmente mal, pero no es la que más llora. Y hay gente que lleva años en salas, en pequeñas discográficas, en revistas, en radios... chapeau por ellos.

¿Y en su caso concreto qué impresiones tiene?

En mi caso, y no soy la única, por supuesto, sé que grabando de cierta manera llegaría mi «consagración». Saldría en el Teleberri y en los anuncios de la tele. Sería por fin «un pilar de la música vasca», aunque sólo hiciera diez conciertos al año y no viniera ni Dios. Yo siempre he estado en contra de eso. Si algo me ha dado la música son grandes personas que me han enseñado cómo hacer las cosas. Fermin Muguruza, por ejemplo, pertenece a la generación anterior, pero es el más subversivo de todos nosotros; su música te puede gustar o no, pero es un tío que arriesga. Importa lo que dice pero, sobre todo, lo que hace. Eso es lo único que cuenta para mí. Fermin ha rechazado ofertas de las de verdad, de las que te solucionan la vida, por parte de multinacionales y eso se debería saber. Y va el tío y se saca el disco en Talka, autoproducción, mientras gente más «alternativa» de mi generación es fagocitada por el sistema. Hay más músicos, como Ruper Ordorika o mi gran testigo en esta vida, Mikel Abrego... Me alegra ver en vuestro suplemento el disco de Joseba Irazoki al lado del de Springsteen. Eso es lo que más necesitamos, que el sistema no lo controle todo. Mientras los medios sean libres, todos tendremos un lugar.

«En general, todos empezamos imitando; lo personal está en ese plus que tú aportes»

¿Por qué salió a escena? ¿Qué le sedujo, qué carta le escribiría ahora...?

Para mí, a los 15-16 años la música dio un giro tremendo. Había recibido formación académica de solfeo y piano, pero digamos que eso no encendió ninguna llama en mí. A esa edad empecé a escuchar muchísima música, oía a Forki en Radio Loyola, veía los programas de música en la tele... Además, Azkoitia era un pueblo con una cultura musical muy peculiar; en el gaztetxe, e incluso en los mejores momentos del RRV, se escuchaba Psychedelic Furs, Smiths, Joy Division, Everything But the Girl y, sobre todo, Nacha Pop... Fíjate, años más tarde vino Antonio Vega a cantar en la plaza y se quedó flipado. En éste contexto acabamos por pasar al otro lado. Digo pasamos porque mi historia va muy unida a Roge, hoy en día en Akauzazte y Atanas Arkerstra (discazo, por cierto). Yo me compré una batería por cuatro perras y Roge se vino de un viaje a Londres con una Rickenbeicker y ahí que empezamos... Roge coincidió en el instituto con otra gente y, en un momento dado, cambió unos cuantos discos ingleses por otros tantos australianos: ahí estaban The Beasts of Bourbon, Birthday Party, Nick Cave, The Scientists... Todo mucho más primitivo, mucho más fácil de imitar. En general, todos empezamos imitando; lo personal está en ese plus que tú aportes. Ese es el punto en el que yo empecé. Luego toqué en varias formaciones y al final, como no me podía llevar la batería a Gasteiz, me compré una guitarra española por 5.000 pesetas y con ella empecé a componer.

En éste sentido, en Azkoitia hay como una especie de «pique» sano entre nosotros y la generación anterior, verdaderos virtuosos musicalmente hablando. Alguno se ríe de mí diciéndome que no tengo ni idea de tocar, ni de cantar y que he hecho tres discos... Y es la puta verdad. Yo le digo, por contra, que tengo mucha más gracia que él. Vamos, que los australianos nos salvaron, además de Joy Division, la Velvet... el primitivismo.

Ahora se va a Toulouse por una temporada. ¿Hay un regreso planificado?

Pues no lo puedo precisar; por eso no me gusta hablar del futuro. Ya he comentado que el año pasado tocamos una barbaridad como banda y que luego seguimos Borja y yo en dúo. Una cosa que iba a ser muy puntual, al final se convirtió en otro tanto. El domingo 3 decidimos parar. Y así estamos. Hombre, si Nick Cave se arrastra por los suelos para que toquemos con él, igual nos lo pensamos... Bueno, es broma.

 

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