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«La infancia es determinante, por eso siempre es un tema literario»

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Quim Aranda

Escritor

El periodista Quim Aranda (Barcelona, 1963) ha sido nombrado «Nuevo talento» por la cadena de tiendas FNAC gracias a su novela «El avión de madera que logró dar media vuelta al mundo» (Editorial Candaya), en la que traza una metáfora sobre la memoria individual y su construcción en base a otras muchas memorias personales. Esta semana ha presentado el libro en Bilbo y Donostia.

Karolina ALMAGIA | BILBO

Desde Londres, donde reside desde hace ocho años, escribe en catalán artículos para «Avui» y en castellano -su lengua materna- literatura. Sus padres dejaron un día su pueblo de Málaga para emprender una nueva vida en Barcelona y con ese material de memoria familiar él ha escrito «El avión de madera que logró dar media vuelta al mundo». Antes publicó un libro-entrevista con Manuel Vázquez Montalbán y una biografía novelada sobre el detective Pepe Carvalho. Ahora escribe una nueva novela que transcurre en parte en Donostia, pues tiene de fondo las visitas de Hitchcock y Eva Marie Saint al Zinemaldia en los años cincuenta.

Vistos sus antecedentes literarios -los dos libros dedicados a Vázquez Montalbán-, una hubiera pensado que su primera novela iba a tener un corte policiaco. ¿No le tentó el género?

No. En realidad, me tienta ahora, en la novela que estoy escribiendo, donde sí hay algo del género negro. Pero para «El avión» no se dio el caso, porque yo tenía necesidad de escribir esa historia que, más o menos, tiene tintes autobiográficos. Y hasta que no te quitas el tapón que llevas dentro, no puedes dar otros pasos.

Entonces, no fue a buscar esta historia, sino que ella le llamó.

Esta historia estaba ahí esperándome desde hace mucho tiempo. No deja de ser la historia de mis padres, de mis abuelos, en parte la mía también. Quería ajustar cuentas con la historia de este Estado, con el franquismo, con la Guerra Civil...

Está contada a partir de la memoria de un niño. ¿Hasta qué punto la infancia determina al adulto?

Totalmente, yo creo. No es lo mismo nacer en la Margen Derecha que en la Izquierda, no es lo mismo nacer en un caserío del interior que en una periferia industrial. La infancia te marca, a veces de forma muy profunda. Somos lo que nos rodea, pero también lo que han sido nuestros antepasados. Por lo tanto, la infancia siempre es un tema literario.

La emigración es el otro gran tema de su novela. ¿Por qué le interesa literariamente?

La emigración de los 50 y los 60 en el Estado español y la emigración a la que estamos asistiendo ahora produce unos mismos sentimientos: de pérdida, de inseguridad. Salir en busca de lo incierto siempre es una epopeya. Después está el tema, que también me interesa, de la acogida: cómo te adaptas, cómo te proteges, cómo rechazas.

En el caso de su familia, ¿cómo se vivió esta epopeya?

Como una pérdida, porque dejaban su tierra, pero también como una oportunidad. Mis padres al cabo de diez años ya tenían clarísimo que jamás iban a volver a Andalucía. Son sentimientos muy complejos: de pena, pero también de gratitud porque han dado a sus hijos un futuro mucho mejor.

Es una novela voluminosa. ¿Cuál ha sido la mayor dificultada a la hora de escribirla?

Aunque pueda parecer pedante, la verdad es que no me ha costado mucho esfuerzo. Ha salido de forma natural, porque las ideas fundamentales las tenía muy claras. La buena literatura parte de las obsesiones, y el tema de la emigración, la memoria y la necesidad de conocer el pasado para saber quién coño somos es algo que me preocupa. Así que me ha salido de un tirón.

Su novela es como una marea de recuerdos, las historias vienen, van...

A mí me gusta decir que la novela tiene una trama de emigración, pero que el tema fundamental es la memoria y el peso de la historia, y la imposibilidad que tenemos de escapar a eso. Todavía hoy estamos pagando las consecuencias de la Guerra Civil, de cuarenta años de dictadura, etc. Eso está ahí. La memoria funciona así: cualquier detalle nos lleva veinte años atrás, otro nos trae de regreso al presente. Como es una novela sobre la memoria, creo que su estructura está en concordancia con su tema.

¿Por qué suele decir que es una crítica a la posmodernidad?

Por un lado, es una novela que tiene elementos posmodernos, pero también es una crítica al culto al dinero fácil, a esa creencia de que había que hacer un punto y final con la historia, a esa actitud de amnesia. Hay personajes que simbolizan arquetipos y el narrador principal es un yupi, alguien que hace dinero fácil y se olvida de dónde viene. Eso ha pasado aquí en los años ochenta. Esa crítica a los posmodernos es una lectura de la novela, pero hay otras, sin olvidar que a mí lo que me mueve es el gusto por narrar. Yo leo para disfrutar, para que me expliquen mundos.

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