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Eleccinoes en estado de excepción

Zapatero y Rajoy, sin noticias para Euskal Herria

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Ramón SOLA | IRUÑEA

La expectación en el conjunto del Estado español estaba justificada porque era la primera vez que los candidatos de PSOE y PP a La Moncloa se enfrentaban ante las cámaras de televisión desde 1993. Sin embargo, ni José Luis Rodríguez Zapatero ni Mariano Rajoy tenían anoche nada nuevo que ofrecer en relación a Euskal Herria. Como ocurrió hace quince años, sobre esta materia no hubo un solo planteamiento divergente en las dos horas de discusión ininterrumpida, más allá del cruce de reproches sobre el pasado proceso de negociación.

Se había consensuado hasta la temperatura de la sala (21 grados). Y, tonos al margen, ambos expusieron también la misma receta para Euskal Herria: es decir, ninguna diferente de las ya conocidas. El candidato del PP puso más interés en abordar el tema que el del PSOE, pero fue éste quien replicó con los golpes más contundentes, echando mano sobre todo de las patrañas del Gobierno de Aznar sobre la autoría del 11-M.

Rajoy abordó la cuestión reprochando a Zapatero que al inicio de la legislatura «ETA estaba más débil que nunca y la violencia callejera había desaparecido». El líder del PSOE le salió al paso con rapidez: «¿Cómo es posible que ETA estuviera acabada si ustedes le atribuyeron el atentado más grave ocurrido en Europa? Usted mismo dijo que tenía la `convicción moral'», espe- tó a su interlocutor.

Rajoy se aferra a Ibarretxe

Mariano Rajoy titubeó y se aferró a la famosa intervención del lehendakari a las 9.30 de aquel 11 de marzo, cuando señaló directamente a ETA y tildó a sus militantes de «alimañas»: «Mucha gente lo pensó. Yo me enteré de este asunto porque oí a Ibarretxe en la radio», alegó Rajoy. Zapatero insistió por el mismo flanco: recordó que el PP no sólo intentó falsear la autoría del atentado, sino que además pasó la primera mitad de esta legislatura defendiendo la «teoría de la conspiración». Rajoy, evidentemente incómodo, trató de cambiar de tema a toda costa: «El 11-M ya lo ha juzgado la Justicia, y Aznar no está hoy en la vida política», se escudó.

Zapatero también aludió a la masacre de Madrid para reprochar al PP que critique su política en este terreno cuando en la última legislatura de Aznar hubo 238 muertos en atentados (46 a manos de ETA y los 192 del 11-M). «Mi primer deber moral era eliminar o reducir al máximo estas cifras -esgrimió el actual inquilino de La Moncloa-. Y lo que más lamento es no poder haber evitado las cuatro últimas víctimas de ETA».

Rajoy había abierto el debate reprochando a Zapatero que «ha hecho dos cosas, y las dos mal: la estructura de España y los tratos con ETA. Ha querido negociar con los terroristas por su cuenta. Ninguna de las dos contaba con el respaldo de los electores. Necesitó romper el Pacto contra el Terrorismo para no tener testigos». Añadió que «ningún gobierno ha sembrado tanto tesón y tanta cizaña mientras hablaba de convivencia y talante». Más adelante, insistió en que «lo que usted ha hecho es una frivolidad. No busque precedentes; negociar políticamente no lo ha hecho nadie. Usted ha afectado a la dignidad del Estado. Yo nunca negociaré políticamente con una organización terrorista».

Zapatero, interesado en calentar la campaña porque la mayor movilización de voto le favorecería, buscó la alusión personal. Acusó a Rajoy -que en su día le llamó «bobo»- de «practicar el insulto personal» y de «moverse entre la mentira; no ha dudado en utilizar el terrorismo con fines partidistas, no dudó en usar el dolor de las víctimas».

El secretario general del PSOE insistió una y otra vez en acusar al PP de hacer un uso partidista de esta cuestión, y llegó a asegurar que «son el único partido del mundo que lo hace». Frente a ello, reivindicó que «yo siempre di un cheque en blanco», y citó una vez más cómo el propio Rajoy le llamó en su día para anunciarle que pensaban ilegalizar a Batasuna, «y yo dije en un minuto que `adelante'».

Las reformas estatutarias

El debate volvió a poner sobre el tapete que la cuestión territorial está muy lejos de cerrarse en el Estado español. Mientras Zapatero defendía sus reformas estatuarias, Rajoy echó mano de declaraciones de dirigentes del PSOE como Felipe González o Alfonso Guerra para reprochar a Zapatero que con ello ha creado un problema que no existía: «¿Qué se puede pensar de un país cuyos ciudadanos no se ponen de acuerdo sobre cuántas naciones son?», dijo con ironía. Zapatero le contestó también con sorna: «Su apocalipsis se retrasa en la Historia. Ni España se rompe, ni Navarra se entrega. De hecho, gobiernan ustedes».

En el resto del debate, Rajoy trató reiteradamente de poner sobre la mesa la cuestión de la inmigración, presentándola como conflicto social, mientras que Zapatero prefería reprochar al PP que haya rechazado la ley de matrimonio homosexual o el «divorcio express» igual que en su día se opuso al aborto o a la escolarización obligatoria.

Zapatero y Rajoy volverán a enfrentarse ante las cámaras, también en directo, el próximo lunes. El resto de partidos mostraron su disconformidad con el formato de este debate. CiU ha presentado incluso un recurso para que sean impedidos, al denunciar que se usan recursos públicos para fomentar el bipartidismo. En la calle se reunieron 500 simpatizantes del nuevo partido UPyD, entre ellos la cabeza de lista al Congreso por Madrid, Rosa Díez, con pancartas que decían «A favor del pluralismo político» y «Por el derecho a elegir y a ser elegido».

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