Floren Aoiz Escritor
Ejercer la libertad cuando no hay libertad
Cuando uno se siente rodeado por una asfixiante falta de libertades saborea cada pequeña decisión que no pueden tomar por él. No puedes votar a quien quieres porque las leyes españolas te niegan esa opción, pero no pueden hacer que les votes. Ni a ellos, responsables de las ilegalizaciones, ni a los otros, que se frotan las manos a la espera del botín mientras aparentan oponerse a la Ley de Partidos. Intentan que actúes por miedo, que renuncies a tus ideas, que te sientas obligado a votar a unos para que no ganen los otros.
Los traficantes de votos te acechan para llevarte al huerto. Pero es el Huerto de los Olivos, y te llevan ahí para venderte por cuatro monedas. Pasado el día 9 nadie recordará las promesas que ahora te hacen. Si muerdes el anzuelo, te contarán en sus listas, de nada servirá que digas que no has podido votar a quien querías y has metido en la urna otra papeleta como mal menor. No hay lugar para los matices, se hacen con tu papeleta y pierdes el control. Todos los partidos que han engordado gracias al apartheid se apropian de los votos que sólo recibieron por una situación de excepción.
Cuando escucho los mensajes con los que quieren atrapar mi voto, me recuerdan el ruido de las emisoras mal sintonizadas: uno siente alivio cuando la radio se apaga. Cuando ya no funcionan sus cantos de sirena, se puede acariciar la libertad. No la libertad de hacer lo que uno quiere, pero sí por lo menos la de no hacer lo que no quieres hacer, y la libertad de dar valor a tu falta de libertad, y hacer que el silencio al que te quieren condenar se convierta en un grito que resonará a los cuatro vientos.
No hay voto útil que valga. Lo útil es no votar, que se note que hay gente que quiere ser libre y que es capaz de comenzar a serlo sin esperar que le den permiso. Los que más van contar van a ser los no-votos, esos van a ser los útiles, porque van a tener el mayor efecto político. Si se ha estado cerca de conseguir una solución a este maldito conflicto, ha sido gracias a la firmeza de miles de personas que votaron «nulo» en las últimas elecciones. Me gusta pensar que mi abstención servirá para que la próxima vez el desenlace sea otro.