«No perdonamos que nos digan la verdad porque suele ser desagradable»
AUTOR DEL LIBRO «EL HOMBRE DE NADIE»
Prefiere no decir dónde nació. Ni cuándo. Getxotarra convencido, como se describe, vive entre Perú y Nueva York. Licenciado en Psicopedagogía, catedrático de la Universidad Nacional Piura de Perú y diplomado en gestión laboral, este escritor invidente, que tiene publicadas más de 20 novelas y ha recibido numerosos premios, prepara ya un próximo trabajo sobre Simón Bolívar y la esclavitud.
Marta MORALES | BILBO
«El hombre de nadie» nos presenta a un bilbaino, oriundo de Salamanca, que con medio siglo a sus espaldas cae en una depresión. Ejecutivo de una multinacional, artista frustrado y padre de dos hijas, el protagonista se mueve entre la desesperanza y la posibilidad de elección que permiten al autor demostrar que el ser humano «no es de nadie, ni de la Iglesia, ni de las ideas». El libro, que ha recibido la beca del Departamento de Cultura de la ONCE, se presentó anteayer en Bilbo.
¿Qué nos cuenta esta novela?
Habla de una persona que se encuentra ante la disyuntiva de encontrarse consigo misma, vivir o dejar de vivir. Un cuestionamiento de la propia vida, las cosas que hacemos y dejamos de hacer, lo que influye en nosotros... En definitiva, un protagonista que busca tomar sus propias decisiones aunque sean las más extremas.
¿Se refiere usted a la idea del suicidio?
Más bien a lo que induce a las personas a llegar a ese extremo. Se dieron unas circunstancias tremendas, como la pérdida de mi hija mayor, y escribir este libro fue como una terapia. En esta historia, no hago ninguna propuesta, sólo cuento una historia, trágica y dura.
Vive a caballo entre Perú y Nueva York. Sin embargo, la novela está ambientada en Bilbo...
Podría estar ambientada en cualquier otro sitio, pero plasmas aquello que mejor conoces, un lugar en el que tengo mis propias experiencias. Así me resulta más fácil conocer al personaje, odiarlo y respetarlo.
Ha utilizado un estilo directo, con mucho diálogo...
Bueno, he elegido el presente pero en tercera persona. Lo que sí recurro es mucho al monólogo interior y a los diálogos cruzados. Pero no es un melodrama. Son acciones y reflexiones. Alguien a quien nos podríamos encontrar tomando un zurito. Porque de los grandes personajes ya se ocupan bastante.
¿Qué le llevó a ser escritor?
Muy sencillo. A veces te tienes que liberar y, como no puedo pintar sobre un lienzo, pues pinto a los personajes de esta manera. Yo perdí la vista en un accidente de adulto, por lo que todos los colores y conceptos están en mi mente. Escribir me permite recrearme en ellos.
¿Cree que la lectura es universal?
Sólo hay dos tipos de lectura, la convencional y la comprometida. La primera se puede leer sea buena o mala y la segunda sólo se puede leer si es buena porque, si es mala, ya se encarga de destruir todo lo bueno. Los sentimientos son universales, hablemos de un indígena del Amazonas o de nosotros mismos.
¿Se considera un escritor comprometido?
Intento comprometerme. O te metes en el personaje o te quedas fuera. Lo que quiero es transmitir veracidad. Pero, curiosamente, lo que no le perdonamos a nadie es que nos diga la verdad, porque ésta suele ser bastante impúdica y desagradable, y lo que queremos es columpiarnos tranquilamente en la complacencia. Tienes dos opciones: hacer novelas convencionales de calidad o buscar la calidad en el compromiso.
«Se dieron unas circunstancias tremendas, como la pérdida de mi hija mayor, y escribir este libro fue como una terapia»