Hace unos doce años, Michael Connelly (Filadelfia, 1956) decidió abandonar su empleo como periodista en «Los Ángeles Times» para dedicarse por completo a la escritura de novelas policíacas. Hasta entonces era un periodista de sucesos, apasionado lector de Raymond Chandler y muy bien relacionado con los inspectores e investigadores de la ciudad. En esa época creó a su personaje Harry Bosch, «el mejor detective de todos», según Stephen King. Hoy, sus libros venden millones de ejemplares y son traducidos a decenas de idiomas.

«Echo Park» (Editorial Roca) salió a la venta en castellano hace dos semanas y ya va por la tercera edición. Ayer, Connelly presentó la novela en la Biblioteca Bidebarrieta, firmó ejemplares, dio una rueda de prensa y varias entrevistas y tuvo tiempo para visitar el Guggenheim, de donde vino entusiasmado. «Visito muchos museos, porque me encanta el arte, y creo que éste es uno de los mejores que he visto», dijo. Y anunció que su última novela la ha terminado en Bilbo, porque, pese a ser un escritor de best-sellers, debe cumplir los plazos marcados por su editorial. «La estoy acabando en estos momentos y en cuanto encuentre una conexión a internet, la enviaré a mi editor. Me gusta haberlo acabado en Bilbao, porque es una ciudad única y muy artística y yo he intentado dar a este libro un enfoque artístico diferente», añadió.

«Echo Park», la duodécima de la saga protagonizada por Harry Bosch, toma el nombre de un distrito de Los Ángeles que posee un elevado índice de criminalidad. El policía tiene la oportunidad de reabrir un caso en el que trabajó en el pasado y que había quedado sin resolución: se trata del asesinato de Marie Gesto, una joven desaparecida años atrás. «Esta novela es un estudio sobre los orígenes de la maldad. Bosch se encuentra con la persona más malvada que se ha topado nunca e intenta comprender las razones por las que alguien llega a ser así», explica el autor. Dos elementos le llevaron a Connelly a escribir este libro, según contó. «Los indios americanos dicen que dentro de cada uno de nosotros hay dos perros: uno malo y uno bueno. En un momento de nuestra vida tenemos que elegir a cuál de los dos alimentar». Por otro lado, una conversación con unos inspectores de Policía le dio las claves para la trama. «Me comentaron que tenían que ir a una prisión a recoger a un reo que aseguraba saber dónde estaba enterrado un cadáver. Me pareció fascinante ver cómo activaron los mecanismos de investigación en torno al caso». Connelly tiene bastante fe en los departamentos de investigación de su país. «La mayoría de los investigadores y policías que yo conozco llevan sus casos con mucha habilidad, destreza y gran dedicación. Creo que están motivados y hacen un trabajo noble, aunque, por supuesto, cometen errores y estoy seguro de que hay muchos inocentes en las cárceles».

En este libro hay también una trama de corrupción política. «Intento reflejar la realidad. En Los Ángeles hay mucha corrupción policial y política. Yo no invento nada. Mi personaje es muy crítico con el entramado político y con la burocracia, pero todavía cuenta con la colaboración de los funcionarios porque, en el fondo, les cae bien».

Aficionado al cine, Connelly no ha leído todavía un guión sobre sus libros que le convenza. «Es difícil, teniendo en cuenta que, aunque abunda la acción, Harry Bosch se guía mucho por sus pensamientos». Preguntado por la literatura policíaca europea y su diferencia con la norteamericana, el escritor confesó desconocerla. «Es vergonzoso, pero en mi país apenas se traducen a los autores de fuera. Es una enfermedad que hay en los Estados Unidados, que nunca mira más allá de sus fronteras».