«Trato de no hablar de reyes sino de la lucha diaria de personajes humildes»
AUTOR DEL LIBRO «El pergamino de indias»
Nació en Bermeo en 1966. Según recuerda, siempre quiso ser escritor, y desde que con 19 años terminara su primera novela, no ha parado. Lleva publicadas tres, la última «El pergamino de Indias» que, en cierta manera, complementa a otras dos anteriores «Tierra de Caín» y «Un Camino en el Thar». Y prepara una cuarta para la saga. Además, es autor de numerosos cuentos y varias obras de teatro.
Marta MORALES | BERMEO
«El pergamino de Indias» es una novela histórica que, a través de la búsqueda de un tesoro, nos sumerge de lleno en la vida social y política de una villa pesquera, Bermeo, en el siglo XVI. Escrito con un estilo directo y descriptivo que permite «tocar» a los personajes, cuenta parte de la historia de Euskal Herria, a la vez que reconoce el papel fundamental que las mujeres jugaron en el modelo organizativo de estos pueblos pesqueros.
¿Por qué ha elegido Bermeo y por qué la época medieval?
Para mí resulta bastante gratificante escribir sobre Bermeo, donde nací y siempre he vivido, porque la gente que conoces y tienes más cerca lo vive y se identifica. Pero es Bermeo como podía ser cualquier puerto de la costa vasca e incluso cantábrica, si obviamos algunos detalles. La época en que se sitúa la acción no es casual, por supuesto. Es una época de cambio total, de descubrimientos, de superación de fronteras y de conflictos.
En su libro se reflejan con detalle las desigualdades sociales de aquellos años, los enfrentamientos entre linajes... ¿Ha sido difícil documentarse?
Más que difícil, diría que laborioso. El tema pesquero lo he cubierto básicamente con pasearme por la biblioteca de Bermeo. Especialmente me han servido artículos concretos aparecidos en «Itsas Estudioak» o la «Historia de Bermeo» de Zabala; sin olvidar del apoyo que me prestó Michael Barkham, una autoridad indiscutible. En cuanto a los banderizos, son muchos años ya escribiendo sobre ellos. Y, sobre las creencias, encontré una verdadera mina en un libro titulado «Etnografía de Bermeo» publicado por Anton Erkoreka.
De hecho, las creencias y las supersticiones también aparecen ligadas a la historia...
El acerbo cultural condiciona marcadamente la idiosincrasia de un pueblo, y como parte fundamental del mismo, las creencias y supersticiones. Si tenemos en cuenta que, en esta época, los prejuicios relacionados con los dogmas sociales y religiosos estaban muy enraizados, se comprenderá el peso que jugaba en el comportamiento, pensamiento y estilo de vida de las gentes.
La mujer también tiene un papel determinante...
La mujer siempre ha jugado un papel fundamental en el modelo organizativo de un pueblo pesquero. La habitual ausencia del hombre ha obligado secularmente a la mujer a desdoblarse en diferentes roles, que desde un punto de vista tradicional solían estar reservados para ellos. En la época que nos ocupa hubo tres factores, además, que contribuyeron a acentuar este problema: las pesquerías trasatlánticas; las levas forzadas de marinería, motivadas por la multitud de conflictos en que se involucraba la corona castellana y, por último, los últimos descubrimientos en América y Lejano Oriente que abrieron un nuevo aunque incierto futuro para tantos segundones y aventureros. El resultado era una escasez alarmante de ejemplares masculinos que sólo podía ser suplida con arrojo y pundonor.
En este trabajo ha optado por un estilo directo pero, al mismo tiempo, muy descriptivo...
El hecho de tocar a los personajes nos ayuda a identificarnos con ellos. En cuanto a los lugares, aunque sean imaginarios siempre son una recreación de algo que conocemos. En este caso les he puesto nombres y apellidos conocidos pero podrían ser otros; ahora bien, también me sirve como excusa para contar parte de la historia de Euskal Herria.
¿Cómo nació la historia?
Sin ser una secuela ni nada que se le parezca, en mi cabeza surgió como consecuencia natural de «Tierra de Caín», la segunda novela publicada. En aquélla conté cómo eran las expediciones a Terra Nova; en esta otra quise narrar lo que pasaba en la villa mientras los balleneros estaban lejos, que era nueve meses al año.
¿Le resulta complicado ajustar la ficción a la historia?
Ése es un verdadero reto: mantener un equilibrio, seguir una línea concreta y, además, conseguir transmitirlo, a ser posible de una manera entretenida. Si además se aprende un poco de historia con la lectura, bueno, pues objetivo cumplido.
¿Cuándo empezó a escribir?
Mi recuerdo más antiguo es más de querer ser que de serlo. Siempre quise dedicarme a esto. Ahora bien, aquella novela de terror que inicié con 12 años nunca pasó de la página 20. Conservo alguna cosa que hice con 16, de publicaciones escolares, luego me lanzo a escribir cuentos y con 19 termino mi primera novela. Desde entonces he continuado escribiendo con asiduidad.
¿Qué obras o qué realidades le han influido como lector?¿Y como escritor?
Allan Poe, La Colmena de Cela y sobre todo, tal vez porque me sorprendió en la adolescencia, Herman Hesse, me marcaron en su día. Otros que recuerdo con especial agrado son Henry Miller y Gore Vidal en Juliano el Apóstata. Como escritor, lecturas al margen, no hay más que mirar un poco más allá de lo que la mayoría de las agencias informativas nos quieren contar. Por eso trato en mis novelas de no hablar demasiado de reyes y epopeyas sino de la lucha que día a día protagonizan personajes humildes y los sentimientos que les embargan. En este sentido es obligado citar a Eduardo Galeano como notario de una realidad que la mayor parte de las veces no aparece en las portadas.
De cara al futuro, ¿ha comenzado ya a trabajar en algún otro libro?
Uno de los primero refugiados de la Era Moderna fue Hatuey, un cacique indio que vivía con su pueblo en la isla de La Española, en la actual Haití. Obligado a huir por los cristianos que pretendían subyugarlo arribó a Cuba donde continuó la guerra contra el invasor tratando de unir a los pueblos indígenas de estas isla. «Los Indios prefieren el Infierno» se trata de una crónica subjetiva de los primeros años del impacto cultural y bélico que protagonizaron nativos araweys y cristianos. Es la otra cara del «Descubrimiento» desde el punto de vista de una joven indígena que ve cómo todo su mundo se desmorona y que somete a la conciencia occidental a un severo juicio.
«La mujer siempre ha jugado un papel fundamental en el modelo organizativo del pueblo pesquero, ante la escasez de ejemplares masculinos»
«La época en que se sitúa la acción no es casual. Hablamos de un periodo de cambio total, de descubrimientos, de superación de fronteras y de conflictos»