Raimundo Fitero
Escopeteros
Un programa vitalicio en la parrilla de la televisión pública estatal es «Jara y sedal», que trata de manera casi angelical la práctica ancestral de los seres humanos de cazar y pescar. Tiene en sus formas un toque entre ecológico y madrugador. Sus textos resultan cuidados, transmiten un sabor añejo. Sus imágenes huyen del tremendismo y buscan un reencuentro de la sociedad con ese deporte que se convierte indefectiblemente en un lucimiento de testosterona de unos varones pertrechados a la manera mosquetero a través de su fusil. En el programa aparecen arroyos de agua clara con pescadores metidos en sus caudales hasta la cintura, con sus utensilios con moscas metálicas. Los avistadores, los perros adiestrados, se suceden en continuidad creando una imagen casi idílica y que engarza con la tribu y bendice estas prácticas en auge.
Pero por mucho que se empeñe este programa en transmitirnos normalidad, los hechos son contundentes, y hemos visto con criminal metodología la tortura y muerte de galgos, las toneladas de plomo utilizadas para matar a una paloma torcaz, la parafernalia de los vehículos 4x4 para llegar a los lugares más recónditos de los montes con el único fin de canalizar su violencia a través de su fusil de repetición. Esos señores, disfrazados de aventureros africanos, se han manifestado por las calles de Madrid protestando por no sé qué razones, pero en una actitud netamente electoral. Las imágenes ofrecidas por las televisiones provocaban miedo. Los cetreros, sus halcones, sus sombreritos, sus cananas. Una especie de ejército de Pancho Villa posmoderno, dispuesto y esperando órdenes.
Por esas casualidades de la televisión, a renglón seguido se veía la manifestación de otro pistolero violento, con sus banderas rojigualdas, esta vez en Donostia, protegidos por unos señores de negro que esconden bajo su escafandra un escopetero convulso cargado de odio. Las fuerzas del llamado orden público en ambos casos, cargaron contra los ecologistas y contra los antifascistas. Uno diría que estas dos manifestaciones son secuencias de la misma película de terror, producida por la cofradía del rifle y el escapulario.