Erevan, la capital armenia, amaneció ayer bajo la vigilancia del Ejército tras una noche de violencia en la que siete manifestantes y un soldado murieron en los enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y seguidores de la oposición. El presidente del país, Robert Kocharian, decretó el estado de excepción.

El balance de heridos era de 131 personas, 72 efectivos de las tropas del Ministerio del Interior y la Policía, y 59 manifestantes, según la portavoz del Ministerio de Sanidad, Ruslana Guevorkian. «De los heridos murieron ocho personas, una de ellas era militar», agregó. Guevorkian indicó que 16 uniformados y 18 civiles hospitalizados presentaban heridas de bala.

Los incidentes en Erevan estallaron en la mañana del sábado , después de que la Policía disolviera violentamente la concentración que la oposición mantenía de forma ininterrumpida en la plaza de la Opera desde el pasado 19 de febrero, cuando se anunciaron los resultados oficiales de las últimas elecciones presidenciales.

Por la noche, el presidente Kocharian decretó el estado de excepción en la capital, medida extraordinaria que fue ratificada de madrugada por el Parlamento de la república.

El líder opositor Ter-Petrosian hizo un llamamiento en la noche del sábado a sus seguidores para que abandonaran el lugar de las protestas y regresaran a casa, aunque varios centenares de manifestantes siguieron en las calles.

A primeras horas de la mañana de ayer, prácticamente, todos los manifestantes se habían retirado de la plaza del Ayuntamiento, mientras el centro de la capital permanecía acordonado por tropas regulares y policías.

En las inmediaciones de la Alcaldía podía verse una veintena de coches privados y de la Policía y varios autobuses y trolebuses calcinados, así como numerosos comercios saqueados.

Las calles estaban repletas de cristales, botellas con material inflamable, barras de metal y baldosas. En la plaza de la República, ante la sede del Gobierno y el Ministerio de Asuntos Exteriores, así como frente al Palacio presidencial podían verse carros blindados. Según la Policía, en los disturbios participaron cerca de 7.000 personas. Entre tanto, quince opositores fueron detenidos.

Prohibiciones

El estado de excepción, que regirá por un plazo de 20 días, prohíbe celebrar mítines, manifestaciones y huelgas, pero no incluye el toque de queda.

Las fuerzas policiales podrán limitar el tráfico y llevar a cabo registros. La medida impone, además, ciertos límites al trabajo de los medios de comunicación y de los partidos y fuerzas políticas.

El general Seiran Oganian, jefe del Estado Mayor, advirtió de que «todo intento de participar en reuniones, incluso en las más limitadas, recibirá una respuesta severa».

En tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores armenio informó de la suspensión de la visita oficial del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, debido a la situación interna del país.

La oposición no reconoce los resultados de los comicios presidenciales del 19 de febrero, en los que, según los datos oficiales, fue elegido el primer ministro Serge Sarkisian con el 52,82% de los votos.

Ter-Petrosián se situó en segundo lugar con el 21,5%, seguido del líder del partido Orinats Ekir (País de Ley), Artur Bagdasarián, con el 17,7%.