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La ONU hace dobles víctimas en Palestina

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha podido emitir una resolución de rechazo a la muerte de cerca de un centenar de palestinos en el marco de la intensa ofensiva militar que desarrolla el Ejército de Israel. Ante los que se consideran ya como los bombardeos más sangrientos desde la crisis de 2005, el Consejo de Seguridad ha debido limitarse a una declaración, por temor a que EEUU ejerciera el derecho a veto en favor de su aliado, Israel, cuyo gobierno promete que seguirá con los ataques por tierra y aire contra Palestina.

Si la actitud del Consejo, pese a no ser nueva, merece una absoluta reprobación, no es menos grave el pronunciamiento del secretario general de la institución internacional, Ban Ki-moon, que ha mostrado su rechazo al «uso desproporcionado de la fuerza» pero evocando de antemano que a Israel le asiste el «derecho a defenderse». ¿Se puede equiparar el daño que causan unas piedras y unos viejos cohetes lanzados desde la sitiada Gaza con el centenar de muertos, muchos de ellos menores, causados por sofisticados aviones de combate y tanques? Sí, a los ojos de una institución internacional que, con su silencio primero, y con sus declaraciones equidistantes después, hace doblemente víctimas a aquellos a los que Israel mata por ser palestinos y vivir en un territorio sometido a un sitio permanente por el mero hecho de haber elegido en las urnas de forma mayoritaria un gobierno de Hamas.

El derecho internacional no rige en Oriente Medio, donde las tropas turcas pueden atravesar la frontera de Irak para combatir al PKK en Kurdistán Sur. El derecho internacional es una caricatura en el ocupado Irak y salta por los aires en Palestina, donde matar a civiles no merece un repudio consistente, no digamos ya la adopción de medidas de presión hacia el agresor con mayúsculas, aunque baste con recurrir a los balances de víctimas de esta operación «Invierno caliente» para saber que el agresor es el Estado de Israel.

La actitud de la ONU le deslegitima ante el pueblo palestino, pero lo que es más grave, le debilita como institución capaz de promover una paz justa.

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