elecciones en estado de excepción
¡Vaya con la PAZ y la alegría!
Zapatero ha logrado atraer a muchos de los apoyos más visibles de IU hacia la defensa de la ilegalización de ideas y de partidos mientras cantan el nuevo himno a la alegría con el dedo en la ceja.
Análisis | Iñaki IRIONDO
«¡No nos has fallado!» le dijeron ayer al presidente del Gobierno los integrantes de la Plataforma de Apoyo a Zapatero mientras sonaba el «Defender la alegría», himno de los hombres y mujeres de la cultura y el deporte que apoyan la renovación por otros cuatro años del contrato del actual inquilino de la Moncloa. No nos has fallado. Depende de las expectativas que se tuvieran y depende de dónde se mire.
Joaquín Sabina, que no tuvo reparos en acusar a Felipe González de ser la X de los GAL ni en añadir que «en mi opinión, el entorno de Felipe es detestable. Me parece que arruinaron y llenaron de mierda las esperanzas más nobles de la izquierda de este país», porque tuvieron un gobierno «con una mayoría de votos que no se había conocido en la Europa occidental nunca... y acaba con Roldán, con Mario Conde, con Mariano Rubio, con Barrionuevo, con Amedo... Nunca perdonaré a esa gente que hizo eso», dijo ya en octubre de 2006 que «yo llevo en el bolsillo un cheque en blanco y por lo pronto sigue siendo para Zapatero. Por alguna extraña razón me tiene comprada un poquito la voluntad `el hombre que hace zapatos', como diría García Márquez. Le encuentro una rara nobleza».
Ayer, un nutrido grupo de artistas y deportistas -entre los que se encontraba el propio Sabina, sentado en primera fila junto a Sonsoles Espinosa, esposa de Zapatero- mantuvieron un encuentro en el que reafirmaron su apoyo al presidente del Gobierno español. La Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) se aglutina en torno a un manifiesto y a una canción (con su vídeo) titulados «Defender la Alegría», y que han convertido en una oda al «buen rollito».
José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido la capacidad de aglutinar en torno a su persona a muchas de las personalidades públicas que casi hasta ayer mismo suscribían manifiestos de apoyo a Izquierda Unida. El propio Sabina, históricos como Victor Manuel y Ana Belén, Juan Echanove, el escritor y premio Nobel José Saramago. Es más, entre los integrantes de la PAZ que ayer se fotografiaron complacidos junto a su candidato, hay nombres como los de Miguel Ríos, Alvaro de Luna y Loles León, que en octubre de 2007, hace apenas cinco meses, tomaron partido públicamente por Gaspar Llamazares en el proceso de primarias que IU puso en marcha para la elección de su candidato a la presidencia del Gobierno español. (¿Es moralmente lícito participar en las primarias de un partido y pedir luego el voto para otro?)
Puede resultar comprensible que en la disyuntiva entre la reelección de Zapatero o la resurrección del Partido Popular y de las FAES muchos opten por el mal menor. Tampoco cabe ocultar que el Gobierno del PSOE ha puesto en marcha algunas medidas sociales que han roto moldes. Pero a una persona de izquierda se le supone una visión más global de la realidad que le circunda. Y no hay nada que objetar a que hecho ese análisis completo, cada cual apoye al candidato que le plazca.
Rodríguez Zapatero no es sólo el presidente que firmó la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, es también el que permaneció impertérrito ante la denuncia de un reciente detenido que relató que en el segundo día de torturas incesantes en un cuartel de la Guardia Civil «me pusieron a cuatro patas en el suelo, y trataron de meterme un palo por el culo. Como no pudieron hacerlo, me tumbaron en el suelo boca arriba, me sujetaron, me levantaron las piernas, y en esa posición me metieron el palo por el culo». Pocas semanas después, otro detenido era ingresado de urgencia en la UVI con una costilla rota y un pulmón perforado. Alegremente, el Gobierno de Zapatero sostiene que los daños se produjeron durante la detención. «Defender la alegría como una trinchera/defenderla del caos y de las pesadillas/de la ajada miseria y de los miserables/de las ausencias breves y las definitivas», cantan en apoyo al PSOE.
La Defensa de Zapatero no sólo puede tener en cuenta que «ha promovido la ampliación de derechos civiles más importante de nuestra historia reciente», sino también que ha promovido -primero desde la unidad de acción con José María Aznar y luego desde el Gobierno- la muerte civil de decenas de miles de vascas y vascos, a los que se impide votar a la opción que desean, se les prohíbe asociarse y se les reprime expresarse libremente. Además, ha detenido cuando le ha convenido a la práctica totalidad de la dirección de una organización política y encarcelado a decenas de abertzales que sin ningún arma ni actuación violenta trabajaban por sus ideas políticas. «Defender la alegría como un estandarte/(...)/del rufián caballero y del oportunista», dice el poema de Benedetti en el que se ha basado el himno de la PAZ.
Los firmante pueden alabar que Zapatero «ha profundizado en un modelo de Estado plural dentro del marco de la Constitución», pero admitiendo que esa profundización se ha hecho rompiendo la palabra dada y rechazando la propuesta de reforma del Estatut que llegó a Madrid con el apoyo del 90% del Parlament catalán, y también dando un portazo sin posibilidad de negociación a la propuesta de nuevo Estatuto Político legalmente aprobada por el Parlamento de Gasteiz. Tampoco cabe olvidar que ese «marco de la Constitución» es sentido más como una cárcel que como un espacio de libertades por una gran parte de la ciudadanía de Euskal Herria. Si «las mujeres y los hombres firmantes de este Manifiesto confían en la capacidad de la sociedad española para avanzar en paz y en libertad, sin tutelas ni imposiciones», sepan que son muchos por aquí los que piensan que ello se basa en la imposición de que la ciudadanía vasca no pueda decir lo mismo.
La PAZ es también la PAR (Plataforma de Apoyo a Rubalcaba), el ministro -algunos dicen que aprendiz de brujo- que convierte alegremente en «terroristas más buscados» a ciudadanos que acaban aterrorizados. Ayer, en Donostia, acusó con notable alegría a la izquierda abertzale de «no querer medirse» y «esconderse en la abstención». ¿Medirse cómo? ¿Con qué siglas? ¿En qué urnas? ¿No fue él quién recurrió la inscripción de ASB? ¿No es su gobierno quien promueve las ilegalizaciones de ANV y EHAK? Medirse con alguien exige hacerlo en igualdad de condiciones. ¿No creen en esto los de la PAZ?
Todo va en el mismo paquete. La repatriación de las tropas de Irak y el aumento del contingente en Afganistán, las críticas a Rouco y el mantenimiento de los privilegios de la Iglesia Católica española, la educación para la ciudadanía y la pugna con Rajoy por quién ha sido más duro contra los inmigrantes, propugnar la libertad y mantener un estado de excepción en Euskal Herria.
Probablemente todo esto tenga que ver con desde dónde se miran las cosas. Quizá por eso, hay tan pocos firmantes de la PAZ que vivan en Euskal Herria. Aquí no tenemos de eso todavía.