No está claro porqué los australianos poseen un sexto sentido para armar melodías impactantes, armonías vocales de primer grado, riff de guitarras líderes en las peleas rockeras, pero lo hacen y, en ocasiones, superando a los mejores representantes norteamericanos o británicos. Son los vikingos del rock, si quieren, pero también los Byrds o Dylan o los Beatles.

The Chevelles es una banda de garage con miles de micropartículas power pop entre sus uñas. Llevan ya dieciséis años pregonando un discurso inmutable y vivo: guitarras saturadas, voces empastadas y melodías de mantequilla vegetal cien por cien. Pueden ser los Byrds, Dylan o el sano clon de un espíritu de Detroit. Hasta el momento, han editado más de veinte referencias entre singles, participaciones y discos completos. Venden lo justo y suficiente para una banda que se mueve entre el rock alternativo más por la coyuntura que por el poder de sus canciones, que de hacerlas caso, se convierten con inmediatez en tres minutos adorables. Chevelles firmaron para Wicked Cool, el sello del legendario guitarrista Little Steven, de la E Street Band de Springsteen. En la actual gira presentan «Accelerator», su sexto disco y otra perfecta muestra de ensamblaje de piezas. Casi se podría decir que está fabricado en Corea. También en este año se publicará un retrospectivo titulado «Introducing - The Chevelles».

Como banda invitada se cuenta con los también australianos Gigantic, con quienes el pop toma más cuerpo, pero manteniendo esa tradición terrenal por las buenas guitarras de apoyo. Y abriendo show, The Longboards, de Barakaldo, en onda instrumental surf.