En contra de su objetivo originario, las campañas electorales sirven cada vez más para sacar a la luz las contradicciones entre el discurso y la práctica de los partidos. En vez de afianzar las diferentes estrategias políticas, las campañas suponen un arma de doble filo al resaltar el abismo existente entre las palabras de los políticos y los hechos. El último ejemplo en esta campaña es la contradicción entre la reivindicación electoral en favor de las selecciones nacionales realizada por el PNV y el boicot hacia los agentes sociales que impulsan esa misma reivindicación. En concreto, según ha denunciado ESAIT, Lakua ha incumplido el acuerdo por el que debía dar a esa asociación, según lo acordado entre el Gobierno y Ezker Abertzalea, 140.000 euros de una subvención.

Teniendo en cuenta las actitudes mostradas últimamente por algunos dirigentes del PNV y por altos cargos del Gobierno de Lakua sobre algunos de los temas de campaña -primero fue Iñigo Urkullu respecto a la Selección vasca de fútbol y hace poco Patxi Baztarrika sobre los periódicos «Egunkaria» y «Berria», por mencionar tan sólo las más llamativas-, resulta difícil de creer el discurso de la campaña de ese partido en un país donde las subvenciones se reparten dependiendo de quién la pide. Luego se extrañarán de la falta de credibilidad de los políticos.