Raimundo Fitero
Camino de salvación
El pueblo soberano y electrónico, a través de las redes digitales y los mensajes telefónicos, dio su veredicto inapelable: la España de Zapatero ha iniciado el camino de salvación de Eurovisión. Allí estará Rodolfo Chikilicuatre interpretando una canción con letra de Santiago Segura, música de Pedro Guerra titulada «Chiki Chiki», que asegura, por lo menos, una diversión y proporciona a los estudiosos del género concurseril televisivo un material inabarcable para unas décadas. La salvación, y posiblemente la ascensión a los cielos de las ventas y la promoción hasta la náusea. Es decir, una broma convertida en un fenómeno que «lo bailan los jevis y también los friquis», aunque en su parte más actualizada y politizada dice que también «lo baila José Luis, lo baile Hugo Chávez, lo baila Mariano y lo baila mi mulata con las bragas en la mano». Bendecido por Raffaella Carrá, este elemento distorsionado, paródico, salido de la factoría Buenafuente, se ha convertido en el himno de estas elecciones.
Unas elecciones que nos ha descubierto el verdadero nombre de la niña de Rajoy: Socorro. Que ha provocado unos vientos alisios en la CAV, donde Urkullu y los suyos sienten en el cogote el aliento de su juego a tres o siete bandas, en la que los medios afines a Esperanza Aguirre ya han entonado el «adiós con la cabeza y con el corazón» de Mariano Rajoy que salió a su balconada en la calle Génova tocado, haciendo un discurso inconexo y que seguramente no estaba en condiciones de conducir sin arriesgarse a una retirada de puntos.
Una noche de jornada electoral clásica, con vaivenes de subidas y bajadas de escaños como único aliciente, donde las televisiones se parecían demasiado unas a otras, en donde los analistas demostraron su incapacidad para salirse del guión doctrinario y en la que al final, solamente daban ganas de seguir bailando el «Chiki Chiki», a lo «brikindans» o a lo «maikelyason», pero nada, todos a perrear, que llegan las declaraciones solemnes de las ejecutivas de los partidos, los analistas del día después, que son los que siempre aciertan en el resultado. Europa, atenta, la salvación está en el «Chiki Chiki».