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Daniel C. Bilbao Periodista y miembro de la diáspora vasca en Argentina

El atentado que nació de un repollo

Tras años de cuasi inacción de ETA y con las propuestas de diálogo y negociación que puso sobre la mesa la izquierda abertzale, estaba clarísimo cuál era el camino para la solución del conflicto

Muchos columnistas, tanto de la «Falsimedia» como de otros ámbitos, escriben como si el reciente atentado de ETA hubiera nacido de un repollo. Muchos columnistas aplican al atentado de ETA criterios morales para juzgarlo, pero a las causales de las muertes de familiares de presos dispersados, o de presos suicidados en la cárcel o de desterrados suicidados o muertos lejos de su hogar no les aplican el mismo criterio. Por el contrario, simplemente responsabilizan a las víctimas. Muchos columnistas lanzan gratuitas hipótesis acerca de las consecuencias del atentado, como aquel sapo que se lamentaba de la suerte del cocodrilo tras el anuncio del león de que se comería a todos los animales de boca grande.

Tras años de cuasi inacción de ETA y con las propuestas de diálogo y negociación que puso sobre la mesa la izquierda abertzale, estaba clarísimo cuál era el camino para la solución del conflicto. Pero el PSOE -y su patético secuaz, el PNV- se levantaron de las mesas de Loiola. Y se levantaron porque no creen en la democracia. No están dispuestos a reconocer derechos de los vascos; no están dispuestos a arriesgar posiciones de poder. Huyeron de Loiola porque advirtieron que habían llegado muy lejos, y que sus mentores les pasarían factura. El gran capital español y las Fuerzas Armadas estaban expectantes.

A partir de allí, se despacharon con una oleada represiva electoralista que modificó completamente el escenario. Hasta muy pocos meses antes, era impensable que ETA pudiera realizar un atentado mortal o de gran envergadura porque no tenía plafond político. La demencial estrategia electoral del PSOE, compitiendo en brutalidad fascista con el PP, montó un tinglado que desbarató todo lo trabajosamente construido durante más de dos años. PSOE, PNV y PP crearon las condiciones, casi invitaron a ETA a dar el paso. El propio Ruiz Gallardón acaba de decirlo públicamente: «Sabíamos que iba a ocurrir». Entonces, explíquenle a los familiares del ex concejal muerto por qué no hicieron nada. Explíquenles por qué se levantaron de Loiola y eligieron una estrategia de guerra. Hartos, debemos preguntarles a los cínicos politicastros del sistema y a sus cagatintas paniaguados: ¿Y qué esperaban? ¿Qué esperaban después de que Zapatero declarara que la participación de su Gobierno en Loiola era un bluff y que no pensaba dar ningún paso? Instalaron otra vez la lógica de la guerra.

La izquierda abertzale clamaba por seguir dialogando, por volver a reunirse, pero les respondieron con las torturas, la cárcel y las ilegalizaciones. El Estado español, con la complicidad de los cipayos de PNV-EA, cerraron los caminos políticos pacíficos. En la lógica de la guerra, decidida por los continuadores del franquismo que están en el poder, es «normal» que haya muertos. Durante los últimos cinco años, los muertos los pusieron los vascos. Los torturados los pusieron los vascos. Los presos los pusieron los vascos. ¿Qué esperaban?

Como no se trata aquí de consolar a una viuda -que su terrible tragedia tiene- sino de hablar de política, hay que decir que la muerte de Carrasco indica que el conflicto político sigue allí, sin solución, y que es responsabilidad del Estado español sentarse a dialogar y negociar. Tiene que reconocer y respetar el derecho de autodeterminación del pueblo vasco y devolver los territorios robados, dando el primer paso con la reunificación de los cuatro territorios vascos bajo su dominación. Ese es el camino hacia la solución y la paz. No hay otro. Por más insultos que clamen al cielo, por más que se rasguen las vestiduras, por más que simulen sentir dolor por la nueva víctima del conflicto. Pero, han encarcelado a los interlocutores, han criminalizado sus propuestas. ¿Adónde van, malditos hijos del franquismo?

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