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Tras las elecciones del 9-M

«No hay terceras vías que valgan, el proyecto regionalista ha muerto»

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Gari MUJIKA | DONOSTIA

Si desde meses atrás insistían en la necesidad de que en los comicios del domingo Euskal Herria debía hablar y responder como pueblo ante «el estado de excepción» instalado por el Gobierno del PSOE, los electos independentistas se felicitaron ayer porque gracias a la herramienta que han facilitado a los vascos, la abstención, ha quedado más patente que nunca que sólo existen dos proyectos políticos contrapuestos: el que accarrea «la imposición de la Constitución española» y el que de- fiende de los derechos de Euskal Herria. Entienden, además, y a tenor de los resultados obtenidos, que en este pueblo «no hay terceras vías que valgan; el proyecto regionalista ha muerto».

Arantza Urkaregi y Miren Legorburu, junto a una docena de cargos electos independentistas, aseguraron en Donostia que Euskal Herria habló con voz propia y como pueblo en la contienda electoral española. Y felicitaron a la ciudadanía por la respuesta que, a su parecer, ha llevado a cabo mostrando «su enfado ante el Estado fascista».

Una abstención aún más activa

Además de reiterar que el contexto del domingo llegaba marcado por ser «las elecciones más antidemocráticas» vividas en el país, censuraron la actitud del restos de formaciones políticas que tanto en la campaña electoral como en los últimos días han pasado de escenificar una normalidad ficticia a «criminalizar» y desprestigiar la petición de abstención que ha realizado la izquierda abertzale. No obstante, entienden que ellos han sido los únicos responsables de su descalabro electoral.

Urkaregi subrayó que ante «el Estado fascista», el domingo Euskal Herria se plantó y rechazó las políticas de ilegalizaciones, las torturas, los estados de excepción y la persecución sin cuartel al independentismo vasco. Por contra, y mediante la abstención y el boicot, entienden que este pueblo se decantó por un cambio político basado en el reconocimiento de los derechos y la territorialidad, por un marco democrático «y, sobre todo, por un Estado vasco que convertirá en una realidad la independencia».

En clara referencia al PNV, EA, Aralar y EB, la política de Bizkaia censuró con rotundidad el papel de desinformadores y criminalizadores que, a su juicio, han ejercido en estas semanas. Una actuación que ha propiciado que la abstención se convirtiera en más activa que nunca; «Son ellos los que han posibilitado una opción política», agregó Urkaregi en referencia al espacio de la izquierda independentista.

Sin entrar a valorar los porcentajes y las cifras recabadas por la abstención, los electos independentistas hicieron hincapié en que a pesar de todas las vicisitudes, Euskal Herria ha dicho no, de forma rotunda, a la persecución contra la izquierda abertzale y a un nuevo fraude estatutario que rehuye la solución del conflicto.

¿Qué estaba en juego en las elecciones del pasado domingo? Para la izquierda independentista era más evidente que nunca y tras los resultados obtenidos ha quedado, si cabe, más patente que nunca: que en Euskal Herria hay dos proyectos políticos antagónicos que chocan entre sí; el que defiende la imposición y partición territorial del país en base a la Constitución española, y, el que apuesta por los derechos del país.

«Sumisa y colaboracionista»

«No hay terceras vías. El proyecto regionalista está muerto. No son tiempos para mercadear con transferencias». De esta forma resumió Urkaregi un resultado que marca, a su entender, el acta de defunción del regionalismo liderado por el PNV.

Arantza Urkaregi señaló que la debacle electoral de la formación jeltzale ha sido, a su juicio, por «la actitud sumisa y colaboracionista» que ha ofrecido a los partidos españoles, alineándose junto a ellos sin pudor alguno, por ejemplo, en el fallido proceso de diálogo y negociación. «La izquierda abertzale ha desenmascarado al PNV, que ha mostrado su verdadera cara», prosiguió la juntera independentista en Bizkaia para llegar a la conclusión de que «este pueblo reclama un verdadero cambio político, un marco democrático».

Aseguraron que este pueblo también ha rechazado un nuevo ciclo político para el país basado en la negación y en la imposición, así como en recetas represivas del pasado encaminados a ahondar en la exclusión de la izquierda independentista. Es más, y a preguntas de los periodistas, Urkaregi fue muy clara: «Si algo ha quedado patente en estas elecciones es que no hay cambio político ni solución del conflicto sin la izquierda abertzale. La sociedad ha dicho que desea igualdad de condiciones para todos, sin exclusión».

También enviaron mensajes al resto de partidos y al Ejecutivo español. A los primeros les indicaron que ni los «fraudes» ni las recetas represivas del pasado impedirán que Euskal Herria siga su camino; y a Zapatero le preguntaron cuál será la actitud que adoptará de cara a la resolución del conflicto: la negación y la imposición o el res- peto a la territorialidad y los derechos de los vascos. «De adoptar la segunda opción, la solución estará más cerca para este pueblo», zanjó.

Repunte de la izquierda abertzale que se queda corto en Nafarroa

La teoría de la cebolla sería perfectamente aplicable a la izquierda abertzale, que incluso en el peor de los escenarios sigue manteniendo unas cotas muy altas de apoyo social en las urnas. Las capas más externas se han podido resentir puntualmente por factores como la confrontación armada o la ilegalización de su voto, que aboca al voto nulo o la abstención, como en este último domingo . Sin embargo, la fidelidad y el carácter militante de la mayoría de su base social queda de manifiesto una vez más. Puede subir, pero no descender de unas cifras que superan siempre al menos los 160.000 sufragios.

El contexto político es uno de los elementos que determina la tendencia de la izquierda abertzale, pero siempre con ese tope. Así, en las elecciones españolas de 2000, la izquierda abertzale también pidió la abstención; entonces obtuvo un respaldo del 35,7% de los vascos, 7,5% más respecto a los comicios de cuatro años antes. El proceso soberanista que supuso Lizarra-Garazi marcaba todavía la agenda. En 2001, sin embargo, con la vuelta de ETA a la acción armada y el «que viene el lobo» desatado por la opción de que Jaime Mayor Oreja (PP) tomara Lehendakaritza, la izquierda independentista cosechó unos malos resultados. Cinco años más tarde, en cambio, la curva volvía a tomar dirección ascendente y de modo sorprendente entraban en la Cámara de Gasteiz ocho parlamentarias y un parlamentario de la mano de EHAK.

El pasado domingo, la abstención que se vivió en los cuatro herrialdes del sur del país rondó el 33,35%, que se traduce en más de 206.000 personas. Aunque esta cifra pueda ser un tanto ambigua y tener una compleja lectura, es indudable que la fuerza de la izquierda abertzale sigue intacta, y aparentemente va en aumento. El único matiz parece estar en Nafarroa, donde la izquierda abertzale se queda en los parámetros mostrados en las municipales del 2007.

Dando por bueno ese número de abstencionistas, y teniendo en cuenta el elemento añadido de que todos los partidos habían hecho un llamamiento general a participar en respuesta al atentado de Arrasate, la izquierda abertzale aumenta el voto logrado en las forales y municipales de 2007, cuando obtuvo el respaldo de casi 190.000 personas entre los sufragios «legales» y los nulos. Estas del domingo eran, además, las primeras elecciones tras el fin del proceso de negociación y del alto el fuego de ETA, en junio del pasado año.

El escenario político volverá a marcar el devenir electoral de una izquierda abertzale, que todavía desconoce cuál es su techo electoral pero sí parece haber fijado con claridad su suelo. Queda en el aire saber qué resultado electoral obtendría en una situación de igualdad con el resto de partidos, y, más aún, en un escenario desconocido: la resolución del conflicto. G.M.

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