Tras las elecciones del 9-M
Electos independentistas constatan la clara derrota del proyecto regionalista
Hasta el sábado el PNV aspiraba a ser «el grupo vasco» en el Congreso capaz de llevar a Zapatero a un acuerdo con Lakua en torno a la normalización, el PSE sólo soñaba con ser primer fuerza en la CAV a mayor gloria del presidente, EA creía que tendría un megáfono para hablar en Madrid, el PP aspiraba a no defraudar a Rajoy y Nafarroa Bai acariciaba la idea de volver a ser segunda fuerza en su territorio. Pero algunos resultados esta vez sí han sorprendido y obligan a cambios.
Iñaki IRIONDO | GASTEIZ
El pasado viernes, en la entrevista publicada en este mismo diario, el cabeza de lista del PNV por Gipuzkoa, José Ramón Beloki, decía que tras las elecciones su partido se quedaría en su cuarto, con la luz encendida y la puerta entreabierta, esperando a ver quién venía a tocarla. Pero llegaron los resultados, el PNV se encontró con que había perdido 117.00 votos, más de la cuarta parte de los que tenía, mientras el PSE le pasaba como un bólido en todos los territorios. Así que en lugar de sentarse a esperar, Iñigo Urkullu cogió el teléfono, llamó al vencedor José Luis Zapatero para felicitarle y -no fuera a ser que no se acordara de dónde encontrar su puerta entreabierta- le dijo un aquí estamos para trabajar y que «esta es una oportunidad histórica para la solución definitiva del problema vasco». De momento, el PSOE ha respondido «gracias y ya quedaremos».
En el horizonte del PNV se había situado la posibilidad de «forzar» a Zapatero a buscar algún tipo de acuerdo con Juan José Ibarretxe en torno a la hoja de ruta diseñada por el Gobierno de Lakua, que incluía la convocatoria de una consulta el próximo 25 de octubre.
Recuerdo de los 604.222 votos
Desde determinados sectores interesados se está presentando la caída de votos del PNV como fruto de la apuesta por los planes de Ibarretxe y se le invita a que aparque esas «aventuras». Pero igual que hay quien liga la caída de votos de los últimos años a las propuestas del lehendakari, podría también unirse al periodo en el que Josu Jon Imaz ha estado en la presidencia del EBB.
Por otra parte, cabe recordar que el «nacionalismo institucional» vasco obtuvo sus mejores resultados electorales en mayo de 2001, en una extrema polarización entre la coalición PNV-EA y el tándem PP-PSE. Entonces, con un mensaje nítidamente abertzale, PNV y EA sumaron 604.222 votos. Euskal Herritarrok obtuvo en aquella ocasión 143.933. Ahí hay un poso común de un voto de identidad nacional vasca de 748.155 votos.
Con el histórico resultado del PSE del domingo y con el del PP, la suma de ambos en la CAV es de 632.269 votos.
Por lo tanto, las matemáticas no avalan que en la CAV no haya base suficiente para afrontar un proceso soberanista, ni que ello tenga necesariamente un coste para el PNV. Otra cosa es que ni siquiera el partido jeltzale sepa exactamente qué quiere hacer ni hacia dónde quiere ir, como parece deducirse de algunas declaraciones de las últimas horas.
El batacazo sufrido por el PNV en esta ocasión -ya ha tenido en la historia otros similares de los que se ha recuperado- es proporcional a la subida del PSE. No es la primera vez que el PSOE se sitúa como primera fuerza en el conjunto de Hego Euskal Herria, pero la formación de Patxi López venía acariciando largo tiempo la posibilidad de superar en votos al PNV en la CAV. Lo había conseguido en 1993, aunque por muy escaso margen.
Pero ni en el mejor de sus sueños había previsto el PSOE semejante adelantamiento. De momento, sus declaraciones han llamado a la prudencia, aunque ya habrán comenzado a realizar sus cálculos -sus particulares cuentas de la lechera-, porque hay dirigentes que, aunque anteponen que cada elección es diferente y que no se pueden trasladar estos resultados a las próximas autonómicas, a reglón seguido dan por hecho «un cambio de ciclo».
Dado que el optimismo resulta contagioso, también desde el PSN se han hecho declaraciones apelando a una futura victoria sobre UPN en las próximas elecciones forales. Atrás queda ahora el recuerdo de las forales, tanto para el PSN como para NaBai que aspiraba a repetir aquel segundo puesto.
La disyuntiva de EA
Otro de los partidos a los que los resultados del domingo pueden forzar a revisar su estrategia es Eusko Alkartasuna, que vio volar su acta de diputada en Madrid. Desde EA se a atribuido esa pérdida a la polarización entre PSOE y PP e incluso al atentado contra Isaías Carrasco, pero lo cierto es que si hubiera sido capaz de mantener los 42.971 votos del 2004 habría revalidado su escaño, que con los 25.352 logrados el domingo en Gipuzkoa ha quedado muy lejos.
En EA vuelven las voces que llaman a la unidad de acción entre partidos que defienden el derecho a decidir para las próximas elecciones a Cortes generales, pero a nadie se le escapa que este debate reaparecerá mucho antes, en las próximas autonómicas. Afortunadamente para el partido que dirige Unai Ziarreta, esta pérdida de escaño llega en un momento en el que se están recomponiendo las heridas internas del partido y con una candidata de consenso. De haberse producido en otras circunstancias, las consecuencias hubieran sido internamente mucho más desgarradoras.
Aralar, pierde el 22,75%
Desde Aralar hicieron ayer un llamamiento al conjunto del movimiento abertzale por la pérdida de voto, aunque desde la satisfacción de que, según Jon Abril, su formación «ha mantenido los de hace cuatro años».
Aralar obtuvo 38.560 votos en 2004 y 29.784 el pasado domingo. Eso son 8.776 votos menos, es decir, una pérdida del 22,75% de su electorado de hace cuatro años, lo que muy difícilmente puede ser entendido como un mantenimiento de los resultados de hace cuatro años.
En diversos medios se ha llamado la atención sobre el hecho de que en la CAV la abstención ha sido un 10% superior a la media del Estado español. Pero es un 10% sobre el censo, lo que supone 173.891 personas.
Los llamamientos de los partidos a rechazar la abstención solicitada por la izquierda abertzale no han tenido reflejo en un incremento del voto blanco que ha quedado en cifras prácticamente iguales a las registradas en 2004.
Es el porcentaje de votos que ha perdido el Partido Nacionalista Vasco en comparación con los resultados de hace cuatro años. Es decir, se ha dejado más de la cuarta parte del apoyo que obtuvo en aquella ocasión
Según los datos oficiales del Ministerio del Interior, el pasado domingo en Hego Euskal Herria se abstuvieron 733.598 personas. A este dato le falta la contabilización de los votos y abstenciones de los residentes en el extranjero que se contabilizarán mañana. Hace cuatro años, la cifra de abstencionistas sin tener en cuenta los residentes extranjeros fue de 526.790. Esto supone que el 9-M se han abstenido en Hego Euskal Herria 206.808 personas más que aquel 14-M, según parámetros comparables.
Las razones por las que se han abstenido cada una de esas 206.808 personas o el conjunto de 733.598 abstencionistas son insondables y cada cual tendrá la suya. Pero en una lectura comparada con otras elecciones y a la vista de cómo ha discurrido la última etapa de la campaña, sí cabe observar que entre las 206.808 personas que votaron en 2004 y ahora no lo han hecho, no habrá muchos seguidores del PSOE o del PP, puesto que ambos electorados han estado muy activados y los resultados no permiten observar una fuga a la abstención. Son, por tanto, abstencionistas que provienen del voto abertzale que, en esta ocasión, han decidido quedarse en casa.
La plasmación que el incremento de la abstención ha tenido en cada uno de los herrialdes, invita a pensar también que buena parte de esa cifra ha sido una decisión activa adoptada en sintonía con el llamamiento de la izquierda abertzale.
El nuevo partido Unión Progreso y Democracia, creado por Rosa Díez y otras figuras públicas como Fernando Savater y Aurelio Arteta, apenas ha obtenido 13.058 papeletas en Hego Euskal Herria, lo que no llega ni al 1% del voto.