Amy Goodman Presentadora de «Democracy Now!»
Tal como vota Vermont, vota el país
Vermont, el primer estado en prohibir la esclavitud, tiene una larga tradición republicana, pero con una independencia feroz, en la línea del eslogan que aparecía en la bandera de la época de la revolución estadounidense: «No me pisotees»
Mientras que la guerra de Irak ha desaparecido de la primera plana de los periódicos y los senadores Hillary Clinton y Barack Obama se embarcan en lo que bien podría ser una guerra sin cuartel entre ellos, echemos un vistazo a dónde está la auténtica guerra sin cuartel: quién se beneficia y quién muere.
El 4 de marzo, después de haber ganado tres de las cuatro elecciones primarias de aquel día, Clinton proclamó en su discurso de la victoria en Ohio: «Tal como vota Ohio, vota el país».
Debería tomar nota, sin embargo, de cómo van las cosas en Vermont. Este estado podría ser un mejor indicativo de cómo están las cosas, especialmente en lo que concierne al atasco en el que EEUU se halla en Irak.
A pesar de que nadie se sorprendió de que Obama venciera a Clinton en las elecciones primarias de Vermont por un amplísimo margen, ciertos detalles de la votación en ese estado merecen ser mencionadas. El sistema electoral de Vermont se basa en las asambleas locales, un ilustre ejercicio de democracia directa. En la asamblea local de Vermont se habla sobre los problemas y las ordenanzas locales en un foro abierto, en el que se concede tiempo para hablar a todos los ciudadanos que lo deseen. Se podría decir que es lo más cerca que se llega en Estados Unidos a la auténtica democracia. La naturaleza rural de Vermont es parte de lo que hace posible esto, cosa que los habitantes de ese estado aprecian y protegen.
En Brattleboro, los ciudadanos decidieron arrestar al presidente George Bush y al vicepresidente Dick Cheney en caso de que visitaran su localidad (Esto puede ser irrelevante, dado que Vermont es el único de los 50 estados que George W. Bush no ha visitado durante su presidencia). La consulta efectuada a los ciudadanos de Brattleboro rezaba así: «¿Debe el Consejo Municipal ordenar al Fiscal de la Ciudad que emita órdenes de arresto contra el presidente Bush y el vicepresidente Cheney por crímenes contra nuestra Constitución, y publicar dichas órdenes para su consideración por otras autoridades, y debe ser ley de la ciudad de Brattleboro que la policía de Brattleboro, en su cumplimiento de las órdenes anteriormente mencionadas, arresten y detengan a George Bush y Richard Cheney en Brattleboro si no se les inicia a su debido tiempo el juicio político, y procesarlos o extraditarlos a otras autoridades que pudieran tener razones fundadas para procesarlos?».
La consulta fue aprobada, tras una encendida discusión, por 2012 votos a favor frente a 1795 en contra.
Le pregunté a la ex gobernadora Madeleine Kunin, la única mujer elegida para asumir ese cargo en Vermont, lo que pensaba sobre esa votación. Kunin (una demócrata) respondió: «Apoyo el hecho de que estas comunidades fueran capaces de hacer tal cosa. Así son las Asambleas Ciudadanas en Vermont. Puede ocurrir cualquier cosa. ¿Habría votado yo a favor? Probablemente no. Pero respeto que lo plantearan y tomaran una postura firme. Creo que hay mucha gente en Vermont que está frustrada porque no se ha iniciado el proceso de juicio político contra Bush y Cheney».
Los sondeos a boca de urna en Vermont indicaban que la guerra en Irak sigue teniendo el primer puesto entre los asuntos que más preocupan a los habitantes del estado. Y no se trata de una postura liberal provocada por una reacción espontánea. Vermont, el primer estado en prohibir la esclavitud, tiene una larga tradición republicana, pero una tradición con una independencia feroz, más bien en la línea del eslogan que aparecía en la bandera de la época de la revolución estadounidense: «Don't Tread on Me» (No me pisotees).
Un motivo esencial para que la guerra sea un tema tan importante en Vermont es que casi todos los habitantes del estado se ven afectados por ella. Vermont tiene el mayor índice de muertes per capita entre los militares estadounidenses, más del doble que casi todos los demás estados. La gente siente la pérdida, contemplan el sufrimiento, ven cómo los negocios se hunden porque los hombres y mujeres que son sostén del hogar son apartados durante años por los múltiples y repetidos despliegues. Y es en este crisol elemental de la democracia, en este entorno digno de un cuadro de Norman Rockwell, que la ira y la frustración encuentran una voz.
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