Aunque también dejó pasar una magnífica oportunidad de tomar una bocanada de aire ante un Hércules que se ahogaba y cuyo público terminó pidiendo la cabeza de su entrenador, Andoni Goikoetxea, el Deportivo Alavés dio ayer en Alicante uno de esos «pasitos cortos pero firmes» tan solicitados por su entrenador José María Salmerón, que le permiten, aunque sólo sea por gol average, no caer en puestos de descenso. Con lo que queda hasta alcanzar la tranquilidad definitiva, el punto puede parecer escaso -sobre todo por la forma en la que se dilapidó la ventaja-, pero viendo de dónde se venía -cinco derrotas consecutivas a domicilio sin haber marcado un gol en los últimos cuatro encuentros- el haber conseguido dar la vuelta a esa dinámica es algo importante.

Con dos equipos con sus constantes vitales bajo mínimos, se puede decir que ni Hércules ni Alavés hicieron méritos suficientes para hacerse con los tres puntos que tanto necesitaban, pero en el caso del equipo gasteiztarra, por lo menos lograron reducir los errores y el desplome y el punto adquiere mayor transcendencia.

Pese a la presencia de David Aganzo y Raúl Sánchez en punta, los dos equipos comenzaron el partido con miedo a recibir un gol, posiblemente porque saben de sobra que sus defensas dejan mucho que desear.

Estos temores no tardaron mucho en confirmarse, ya que el Alavés logró conseguir eso que hasta ayer no habían hecho bajo las órdenes de Salmerón, adelantarse en el marcador, tras aprovechar Pablo Casar en el primer palo la permisividad de la zaga local en un corner mal sacado por Sergio.

Con una parroquia local que ya mostraba cierto malestar hacia los suyos, parecía que el viento soplaba a favor de los albiazules, pero esa pesada mochila en forma de errores que lleva meses complicando el transitar babazorro volvió a aparecer, sin dejar que los nervios se instalaran en los de Andoni Goikoetxea.

En el Rico Pérez fue Bernardo el que la pifió en una salida cómoda en la que despejó mal un centro desde la izquierda para regalarle el gol de cabeza a Tote, el eje por el que pasaba todo el juego de ataque alicantino.

Partido a rachas

Entre el mazazo del gol y la lesión de Pablo Casar, el Hércules tuvo sus mejores minutos y dispuso de hasta dos buenas oportunidades en las que primero Bernardo enmendó su error ante Ion Velez y Sendoa mandó fuera un buen remate.

Pero otro de los aspectos para el optimismo fue comprobar cómo el Alavés, aunque sólo fuera durante poco más de un cuarto de hora, fue capaz de recuperar el control del partido. Esto llegó desde una reestructuración del equipo con la entrada de Ángel por Raúl Sánchez, con la que Coromina jugó de central, Garro acompañó a Lacen a sostener al equipo y Stevanovic adelantó su posición a la de media punta.

Pese a la lucha de Aganzo y dominar el partido, los albiazules no dispusieron de grandes ocasiones para ganar, pero, al menos, tampoco hubo que sufrir demasiado para empatar.