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La exigencia de cierre de Garoña, por enésima vez

Ayer las Juntas Generales de Araba pidieron nuevamente el cierre de la central nuclear de Garoña. Una vieja petición, exigencia mayoritaria y urgente de la población de Araba. Los repetidos sustos que esa central ha provocado debido a su cada vez más precario estado y los preocupantes síntomas como el elevado índice de cánceres en las poblaciones cercanas a la central son motivo suficiente para el cierre, pues la salud de los ciudadanos en modo alguno puede supeditarse a los beneficios de la industria nuclear. Así pareció entenderlo también el Gobierno español del PSOE, quien se comprometió a cerrarla. Finalizó la legislatura en la que debía haber decidido ese cierre, el cual, según el contrato de prórroga, que concluye en 2009, sería posible efectuarlo en cualquier momento, y no sólo no se ha decidido, sino que además existe el riesgo de una nueva prórroga, posibilidad que las JJGG de Araba rechazan. Así, al peligro de una forma de energía por la que en teoría ni ese gobierno apuesta, hay que sumarle la burla antidemocrática del mismo.

Ayer las Juntas Generales de Araba pidieron el cierre de una central nuclear tan obsoleta como peligrosa. Lo hicieron por enésima vez, en sintonía con las exigencias de los arabarras. Pero esa sintonía sería mucho mayor si el compromiso de esa institución fuese más allá de repetir una exigencia durante largos años.

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