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Raimundo Fitero

El ratón

Es preferible ser cabeza de ratón a cola de león? Además, a estas alturas de la sociedad 2.0, ratón no significa solamente lo que significaba cuando los raticidas se anunciaban en las esquinas. Dices ratón y se te mueve inmediatamente el dedo índice con ritmo sincopado. Así que ratoneando nos encontramos en un periquete con todo aquello que antes se encontraba solamente a base de mucha paciencia y búsqueda por los anaqueles durante un tiempo largo y plácido, generalmente.

En estos días que televisivamente nos sitúan en la desesperación de los méritos no reconocidos, en los que hasta las series fundamentales parecen volverse recordatorios de la videoteca, cuando escuchamos a Urkullu pidiendo limosna política para que no le rebajen el tamaño del nudo de su corbata, los noticiarios parecen una crónica de sucesos, con la violencia de todos los géneros y gestiones convertida en un lenguaje de pasión. En una jornada en donde las explosiones de gas, o los incendios de hogares, alguno bajo sospecha, se han encaramado a los titulares, va y nos encontramos con un ser vivo en alza, con mucho éxito en su oficio, al que llaman «El ratón».

Y este ratón se trata de un toro bravo. Un toro de piel negra veteada en blanco, con unos cuernos ligeros pero agresivos, que se ha hecho famoso en la zona levantina y es reclamado por muchas poblaciones para que actúe en las fiestas populares. Su fama le viene porque ha matado a varios jóvenes en los últimos tiempos a la vista de todos los concurrentes, y a otros los ha dejado con averías graves, incluso a alguno con problemas físicos de por vida. Así es como «El ratón», según nos cuentan las crónicas televisivas ha ido aumentando su cachet, y actualmente cobra tres mil quinientos euros, o más, por cada vez que lo sueltan en las calles, o en una plaza portátil, para que provoque el pánico, y si ataca, coge, voltea, machaca a alguien, una docena de cámaras digitales de aficionados lo estén grabando y posteriormente lo podamos ver en nuestros electrodomésticos esenciales mientras ingerimos un puré de verduras. Este es el nuevo circo, en vivo y en diferido, y multiplicado por mil. «El ratón» a golpe de ratón.

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