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Juanjo Basterra Periodista

Hasta siempre, mi gran amigo

Te has ido. No nos hacemos a la idea de que todos tenemos que pasar por esa ley que nos impone la vida. Numerosos recuerdos se apoderan dentro de mí. Hace unos pocos días hablamos, ¿recuerdas? Me contaste lo que te decía tu nieto y lo orgulloso que estaba con su «chica». También me mostraste tu preocupación porque no ibas a ver libre a tu hijo Manu, prisionero en las cárceles del Estado español. Pero, como siempre, a pesar de esa tristeza, sacabas esa alegría andaluza, aunque la procesión, como se suele decir, iba por dentro.

Muchos recuerdos me llegan desde que te has ido. Quiero simplemente que estas líneas sean un pequeño homenaje y reconocimiento a un hombre íntegro, «bohemio y andaluz», como te gustaba presentarte, comunista y luchador por la libertad de los pueblos, sobre todo Andalucía y Euskal Herria. Un hombre de los imprescindibles que ensalzó Bertolt Brecht en sus poemas.

Tampoco quiero desvelar tantos y tantos recuerdos, historias y las largas conversaciones que hemos mantenido durante los últimos casi veinticinco años. Pero sí quiero dejar constancia de que llegaste a Laudio expulsado de Andalucía, de Marchena, por los fascistas. Hasta el último momento luchaste junto a tus camaradas para evitar el éxodo, pero no fue posible.

En Laudio continuaste con esa lucha. Tenías una espina clavada, porque algunos vascos no entendían la llegada masiva de inmigrantes; otros sí, en cambio. Justo cuando leía una de las esquelas que anunciaban tu muerte, veía las imágenes de un homenaje reciente a dos gudaris, Txiki y Otaegi, fusilados por orden de Franco. Recordé ese momento porque todavía conservo el cartel de aquellos años que me regalaste y que denunciaba su ejecución. Recuerdo también cuando me comentabas la amistad que tenías con otro gudari, José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala. ¡Con tantos otros!, ¿verdad? O cuando me contabas los Primero de Mayo en Bilbo, de los que eras asiduo e incondicional, incluso cuando nació uno de tus cinco hijos, Manu. Y cómo burlabas la vigilancia policial.

Tampoco se me olvida aquel día de fiestas de Laudio, hacia 1986, cuando la Guardia Civil entró en la Herriko Plaza llena de txosnas disparando pelotas de goma para retirar la ikurriña que ondeaba en el Ayuntamiento. Nos interrumpieron la fiesta y protestaste ni más ni menos que ante los mandos de la Guardia Civil desplazándote hasta el cuartel. Recuerdo cómo rompiste una botella a los pies de los mandos. ¡De la que nos libramos!

No sólo tenías una faceta política y laboral en Aceros de Llodio, sino que tu actividad social y cultural era enorme, sobre todo en lo relacionado con las plantas medicinales. Recuerdo tus colaboraciones en la página de Laudio en «Egin». Tu participación en la Sociedad Micológica para difundir los efectos beneficiosos de esas plantas, o cuando me regalabas plantas recogidas por ti para éste u otro remedio medicinal.

No quiero convertir esta humilde despedida en un relato de tu vida, pero sí quiero dejar constancia de que he aprendido mucho contigo, gran amigo. Lo principal, que uno puede ser de donde sea, pero que tiene que respetar las costumbres del otro, sin olvidar su origen. También que siempre hay que apoyar al oprimido, porque entre todos un día podremos llegar a ser libres.

He aprendido contigo, también, a ser más solidario. Se me hace difícil seguir escribiendo, saber que un buen amigo falta, pero quiero que sepas que siempre te llevaré en mi corazón y en mi recuerdo. Sirvan estas notas de reconocimiento a un gran andaluz y vasco ¡Hasta siempre camarada! Ikusi arte! ¡Gora Manolo González, El Betis!

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