«Ximeneiak», un viaje por los últimos treinta años de movimiento obrero
Goizeder Urtasun se sumerge en los últimos treinta años de movimiento obrero a través de los cuadros de un pintor, su padre, José Ramón Urtasun, en los que se denuncia la deshumanización del trabajo en la fábrica. La directora muestra la vigencia de las pinturas a la vez que realiza un viaje personal en busca de las claves de participación en el presente.
Itziar AMESTOY | GASTEIZ
Más de treinta años han pasado desde que José Ramón Urtasun presentara en una exposición varios cuadros con el objetivo de denunciar la dureza y la deshumanización del trabajo de la fábrica. Con el documental «Ximeneiak», que se estrenó el pasado día 6 en Antsoain, la realizadora navarra Goizeder Urtasun, hija del pintor, muestra la vigencia de las pinturas a la vez que comparte con los espectadores un «viaje personal» con el que ha podido sumergirse en el devenir del movimiento obrero durante las últimas tres décadas. Los cuadros que formaran en su día la exposición «Hombre máquina... hombre máquina» y que fueron repartidos por el pintor entre sus compañeros de cadena, sirven a la directora como vínculo con diferentes testimonios del pasado. A través de ellos, Urtasun se busca a ella misma y su posicionamiento humano e ideológico.
La búsqueda de la cineasta viene motivada por la falta de orientación que sintió al intentar abarcar el movimiento obrero. El proyecto tenía, en sus orígenes, un carácter de ficción. Intentó explicar la vida cotidiana de un grupo de trabajadores en el interior y el exterior de la fábrica durante el proceso de deslocalización de la empresa. Al abordar este objetivo, se dio cuenta de que caía en contradicciones, que intentaba explicar el funcionamiento de la fábrica pero que, en realidad, «no sabía como funciona por dentro». Incluso realiza un buena autocrítica al reconocer que en un tema como la lucha obrera presuponía muchas cosas e incluso «quería transmitir unos ideales» que poco tenían que ver con el día a día de una fábrica o que ni siquiera ella «es capaz de llevarlos a cabo». Sentencia: «Escribiendo, veía que entraba en contradicción todo el rato».
Mientras se sentía atrapada entre lo que deseaba expresar y el modo de hacerlo, la Volkswagen de Barcelona despidió en el 2005 a 660 trabajadores. Ante este hecho, Goizeder Urtasun sintió aún más la necesidad de comprender qué ocurre con el movimiento obrero para que existan este tipo de injusticias si «hace treinta años se luchó tanto para que no pasara lo que ahora está pasando».
Hombre máquina
Durante este proceso, Goizeder descubrió los bocetos de la exposición que su padre, José Ramón Urtasun, había realizado a finales de los 70 bajo el nombre «Hombre máquina... hombre máquina». «Empecé a descubrir que los cuadros los tenían antiguos compañeros de mi padre», explica. Una idea surgió entonces: «No puedo analizar el movimiento obrero en su globalidad, pero sí que puedo entrevistar a esta gente vinculada con mi padre». Éste fue el punto de partida del proyecto, del «viaje personal» de la autora en el que intenta descubrir la historia de los trabajadores durante aquellos intensos años de lucha y el desarrollo del movimiento hasta el momento actual, de la misma forma que busca su «posicionamiento ideológico y humano».
«Ximeneiak» es, por lo tanto, la explicación de este viaje realizado por su autora. Para ello, estructura la película en tres partes: ver, analizar y actuar. Esqueleto que viene motivado por el «método marxista-leninista que utilizaban las Juventudes Obreras Católicas (JOC)» durante el franquismo para su lucha que consistía en ver, juzgar y actuar, con el apunte de «analizar mejor que juzgar».
Integrado en este esquema, el documental comienza con una presentación de los últimos acontecimientos, los despidos de Barcelona, a través de los que Goizeder parte hacia el pasado para explicar qué ocurría hace treinta años y que fue pasando durante hasta llegar al momento actual. Una vez aquí, el viaje se para. «Ya entiendo mejor qué ha pasado con el movimiento obrero, y ahora: ¿qué hago yo, qué puedo hacer?», se pregunta Goizeder. Ante esta reflexión es cuando valora la película como su aportación. «Sin decir a nadie lo que tiene que hacer, yo he decidido, en este momento y ante este tema, que la película es lo que puedo aportar», descubre como final del viaje que es el documental.
Tres viajes
Además del viaje que realiza ella, incluye otras dos vías con su padre como eje común. Explica la historia de José Ramón, que es cuando busca las pinturas que el pintor expuso en los setenta y que repartió posteriormente entre sus compañeros. «El conjunto de los cuadros se va construyendo a lo largo de la película, mientras avanza mi descubrimiento del movimiento», adelanta. Así, poco a poco, en el documental se va recomponiendo la exposición «Hombre máquina... hombre máquina». Por último, juega con el proceso de creación de una única pintura por parte de su padre.
Como influencia artística, la directora destaca «20 años no es nada» de Joaquim Jordà que tuvo ocasión de ver mientras gestaba el proyecto. En este trabajo, el cineasta catalán reconstruye la historia de los últimos 25 años. Para ello, recorre la vida de los protagonistas del documental sobre la experiencia autogestionaria de la fábrica Numax que él mismo había realizado dos décadas antes y que tenía por título «Numax presenta». Cierra así el circulo que él mismo había abierto 25 años atrás. Las vidas de los trabajadores de aquella experiencia sirve a Jordà como a Urtasun los cuadros de su padre y la historia de quienes los tenían.
El nombre del proyecto es un juego entre «tximinia» (chimenea) y Mariximi, nombre de una diosa que protagoniza uno de los cuentos de José Ramón Urtasun. «El relato estaba incluido en un principio en el documental», explica Goizeder. Y, aunque al final no se incluye, la autora afirma que se trata de una palabra que llama a a soñar, a la utopía. Se explica: «Mariximi era una diosa solidaria que salía de una chimenea; como queriendo decir que las chimeneas también puede traer cosas buenas aunque estén unidas, en un principio, a las fábricas, el humo y la contaminación». Con una clara vinculación a la chimenea principal de la Volkswagen en la que trabajaba José Ramón, la directora busca recordar que aunque a primera vista haya una chimenea que saca humo, dentro de la fábrica hay gente trabajando, hombres y mujeres con ideas, con sueños.