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La muerte de Sébire relanza el debate sobre la eutanasia en el Estado francés

El debate sobre la eutanasia en el Estado francés volvió a reavivarse después de que hallaran muerta en su domicilio a Chantal Sébire, una mujer afectada por un tumor que le deformó la cara y le provocaba intensos dolores y a la que los tribunales negaron esta práctica.

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La muerte de Chantal Sébire, afectada por un tumor que le había deformado la cara y que había reclamado, en vano, que se le aplicara la eutanasia para poner fin a los dolores que le provocaba la enfermedad, ha provocado la polémica en el Estado francés, donde se multiplican las voces que piden que se revise la legislación.

Esta antigua profesora de 52 años y madre de tres hijas fue encontrada muerta en la tarde del miércoles en su domicilio de Plombières-le-Dijon.

El fiscal de Dijon, Jean-Pierre Alacchi, señaló que «aún no hay elementos suficientes para determinar cuál ha sido la causa de su muerte». Las hipótesis que se barajan son que se haya suicidado, que le hayan ayudado a morir mediante eutanasia activa o que haya fallecido como consecuencia de la enfermedad que padecía.

Para Gilles Antonwicz, abogado de Sébire, es vergonzoso que la Justicia francesa haya ordenado que se practique la autopsia del cadáver.

Su muerte se produjo dos días después de que los tribunales rechazasen su demanda de que uno de sus médicos le aplicase la eutanasia activa. Sébire reclamaba «poder morir con dignidad y acabar con los intensos sufrimientos» que padecía.

En el Estado francés, una ley aprobada en 2005, permite, en algunos casos, una especie de «derecho a dejar morir» mediante la interrupción de los tratamientos, pero prohíbe que los médicos apliquen la eutanasia activa.

El miércoles, poco antes de que se descubriera su cadáver, el presidente de la República, Nicolas Sarkozy, a quien Sébire había escrito explicándole su petición, recibió al médico que la atendió.

Sébire padecía desde 2002 estesioneuroblastoma, una enfermedad muy rara -sólo han diagnosticado 200 casos en todo el mundo en 20 años- que se desarrolla en el interior de la cavidad nasal.

Su muerte ha impulsado, una vez más, en el Estado francés la cuestión de la legalización eutanasia activa, algo que ya existe en los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Suiza. Este debate se reactiva periódicamente cuando un caso extremo llega a los medios de comunicación.

Así, en 2003 el Estado francés conoció el caso de Vincent Humbert, un joven tetrapléjico, al que su madre, Marie, y un médico ayudaron a morir inyectándole sustancias tóxicas y desconectando el respirador artificial.

Marie Humbert, cuyo caso fue sobreseido, considera que «las cosas tienen que cambiar, puesto que todo el mundo comienza a decir que la ley no responde a casos tan horribles como los que se están produciendo».

El presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (ADMD), Jean-Luc Romero, destacó que Sébire «ha sido una mujer excepcional, con una gran fuerza, una voluntad y una predisposición al combate por una muerte digna extraordinarias».

Por su parte, el Gobierno francés ha encargado al diputado y cardiólogo Jean Leonetti una evaluación de la ley de 2005. «Hay que tener en caso los casos extremadamente dolorosos, como el de Chantal Sébire», declaró el portavoz del Gobierno, Luc Chatel.

Diferencias en Europa

Mientras estados como los Países Bajos o Bélgica reconocen, desde 2002, el derecho a la eutanasia activa y Suiza permite a los médicos entregar a los enfermos que desean dejar de vivir una dosis mortal que ellos mismos deben tomar, en otros países de Europa existen restricciones sobre el tratamiento a los enfermos incurables que padecen dolores intensos.

Es el caso de Alemania, el Estado español, Hungría, Chequia, Italia o Eslovaquia, donde, con diferentes restricciones y protocolos en cada caso, sólo se permite suspender los tratamientos que prolongan la vida a los enfermos incurables.

En Grecia, Polonia, Bosnia-Herzegovina, Croacia y Serbia la eutanasia está duramente penada con prisión.

clandestinidad

En el Estado francés se registran entre 10.000 y 15.000 eutanasias realizadas de manera clandestina, según señaló Jean-Luc Romero, presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente (ADMD).

99% de los casos

La secretaria de Estado de Familia, Nadine Morano, reconoció que hay que evaluar la ley, pero destacó que «responde al 99% de los casos» que se registran. «El problema es que no es muy conocida», añadió.

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