Dos trabas menos para completar la larga vuelta a casa
Ramón SOLA
En apenas tres semanas, Convergencia de Demócratas de Navarra ha quitado de enmedio dos obstáculos más para su eterna vuelta a casa. Un viaje que se prolonga ya durante doce años, los que han transcurrido desde que el intento aparentemente sincero de Juan Cruz Alli de lavar la cara a la derecha navarra al margen de ciertos poderes fácticos se topó con la cruda realidad: que su único socio posible, el PSN, estaba hipotecado por la corrupción, y que esos poderes fácticos acechaban. Roma no paga a traidores.
El primer obstáculo se quitó el pasado 9 de marzo. CDN declinó por vez primera comparecer a las elecciones estatales. Aunque no hubo instrucción de voto, no hacía falta: tras un lustro de compartir gobiernos con UPN no quedan muchas dudas de que los 5.000 votantes retenidos por CDN en 2004 iban a ir a parar al saco de Cervera y Rajoy. A UPN no le bastó para lograr el tercer diputado, pero sí para marcar un camino.
Tampoco hay duda de que ése será el destino final de los votos logrados por CDN en los comicios al Parlamento navarro de hace un año: 14.000 sufragios que están muy lejos de los 55.000 de 1995, pero que constituyen un botín muy codiciado por UPN en un escenario político tan equilibrado como el navarro. Y un botín al que se acerca golosamente con guiños como los dos consejeros cedidos a CDN en su gobierno, representación a todas luces excesiva para un partido que sólo dispone de dos parlamentarios.
Quedan tres años para que CDN complete esa singladura. Un viaje que Alli no podía capitanear por motivos evidentes: el primero, no echar a pique su propio prestigio personal. El timonel se hace a un lado, la derecha navarra se reunificará, y quedará flotando para siempre la duda sobre lo que pudo haber sido y no fue.