Jes�s Valencia Educador Social
La lucha por la justicia nos hermana
La estigmatizaci�n que padece una parte de la ciudadan�a vasca, en cierta medida, nos homologa. Tambi�n nosotros, independentistas vascos, somos ahora ciudadanos de cuarta fila, poblaci�n marginal, presuntamente delincuentes y abiertamente discriminadosEl colectivo Anitzak, conformado por personas emigradas a Euskal Herria, acaba de reafirmarse en el compromiso que asumi� hace m�s de un a�o. Reivindican a un mismo tiempo su condici�n de emigrantes y de residentes vascas; pretenden ser fieles a las ra�ces que les confieren la nacionalidad originaria y al compromiso con este pueblo con el que se identifican. Tienen plena conciencia de haber llegado a un pueblo que se reclama naci�n aunque no cuente todav�a con un estado propio. Y que esta pugna entre el querer y el no poder es lo que subyace al innegable conflicto que nos golpea indistintamente. Todos estos elementos, amasados por una conciencia extraordinariamente l�cida, les mueven a ser agentes activos en la resoluci�n de un conflicto que tambi�n lo consideran suyo.
Acaban de reiterar su doble ofrecimiento fundacional: poner su experiencia al servicio de nuestra causa y trasladar a sus lugares de procedencia, desde una perspectiva popular y militante, la visi�n de lo que est� sucediendo en Euskal Herria. La oferta no puede ser m�s generosa y oportuna. Desborda la pr�ctica, tan frecuente en poblaciones emigrantes, de vivir inmersa en las a�oranzas lejanas, sin analizar ni comprometerse con la realidad social y pol�tica a la que han decidido trasladarse. Su propuesta supone reconocernos mutuamente como sujetos activos, camaradas en la ingente tarea que est� realizando nuestro pueblo a nivel nacional e internacional. La causa del independentismo vasco necesita darse a conocer en el mundo. Frente a toda esa basura informativa que nos presenta como terroristas sanguinarios, es imprescindible que los pueblos del mundo conozcan la verdad: la lucha tenaz de un pueblo que se empe�a por sobrevivir, por reafirmar su identidad y por ser reconocido. Anitzak puede realizar un trabajo inestimable como puente y punto de encuentro con los pueblos del mundo que, desde la lejan�a, nos ignoran. Y tambi�n con la poblaci�n emigrante que, desde la cercan�a, nos desconoce.
Ofrecimiento de Anitzak que nosotros, ciudadanos de Euskal Herria, valoramos y agradecemos. El devenir de los acontecimientos est� puliendo cualquier punto de suspicacia que pudiera distanciarnos a oriundos y emigrantes. La estigmatizaci�n que padece una parte de la ciudadan�a vasca, en cierta medida, nos homologa. Tambi�n nosotros, independentistas vascos, somos ahora ciudadanos de cuarta fila, poblaci�n marginal, presuntamente delincuentes y abiertamente discriminados; sin posibilidad de ejercer los derechos ciudadanos que, arbitrariamente, se nos niegan. La sociedad que excluye a ambos colectivos, sin pretenderlo, nos acerca. Y el hermanamiento entre marginados puede convertirse en germen de transformaciones. Constituimos una gran masa de poblaci�n, supuestamente excedente, y tenemos que reconvertirla en poblaci�n especialmente activa y emergente. La alianza de vascos basureados con activistas emigrantes nos configura como compa�eros de camino. Sujetos de esta nueva Euskal Herria que, dolor a dolor y codo con codo, vamos gestando.