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Póngase un Speedo LZR Racer y bata una plusmarca mundial

La natación apuesta fuerte en los prolegómenos de los Juegos Olímpicos de Beijing por la cantidad y calidad de los últimos récords. Desde que los nadadores se visten han proliferado los bañadores «rápidos». El último ha originado división de opiniones y cierta polémica.

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Miren SÁENZ

El Speedo LZR Racer, hermano pequeño de aquel Fastkin convertido en la imagen acuática de los Juegos de Sydney, ha vuelto a dar que hablar tras la cascada de plusmarcas que se han producido desde que Michael Phelps, ganador de ocho medallas en Atenas 2004, lo presentara en sociedad el pasado mes de febrero en Nueva York. Hasta 18 récords mundiales han cambiado de dueño y de cifras, con la mayoría de los plusmarquistas vestidos con la nueva prenda y la excepción de la italiana Federica Pellegrini, nueva propietaria del tope de 400 libre, ataviada con el último modelo de Arena, un bañador presentado por la firma europea una semana antes del Campeonato de Europa. La reciente cita de Eindhoven y los trials australianos han resultado un festín de marcas.

En la piscina holandesa se produjeron seis plusmarcas mundiales y diez continentales. La rusa Anastasia Zueva, vestida de Arena, le quitó el tope europeo en 50 espalda a su excompatriota Nina Zhivanevskaia, de Speedo como el resto de los españoles, a la que sólo le duró 24 horas. Australia también viste el traje de la polémica y con él han logrado resultados espectaculares en el certamen clasificatorio para los Juegos de Beijing.

La laureada Lysbeth Trickett, antes Lenton, se convirtió el jueves en la primera mujer en la historia que baja de los 53 segundos en la prueba reina de la natación, los 100 libre (52.88). Fue un día memorable para la velocidad en Sydney porque su compatriota Eamon Sullivan recuperó el récord de 50 libre para restarle algo de protagonismo al musculado Alain Bernard, quien llegó a Eindhoven como campeón francés -con permiso médico para utilizar Ventolín porque desde hace dos años padece asma de esfuerzo- y salió convertido en el nuevo rey de la velocidad mundial con tres récords, dos en 100 metros y uno en 50, aunque este último se evaporara en menos de una semana.

Bernard, encantado con sus sorprendentes resultados, llegó a contestar cuando le interrogaron a cerca de las ventajas del bañador: «Me siento tan rápido que hubiera batido el récord del mundo hasta en pijama». Como en Sydney hace ocho años, cuando triunfó el modelo integral también denominado piel de tiburón, se habló más de la vestimenta de los nadadores y de aquella piscina prodigiosa que de las propias marcas. El fenómeno ha vuelto a repetirse con ese diseño aerodinámico de cuerpo entero, creado con un material que repele el agua, en el que se ha involucrado hasta la NASA. «El secreto de este bañador es que aumenta la flotabilidad», aseguran los eufóricos usuarios, señalando precisamente la característica que le pone en el punto de mira.

«En el reglamento se especifica que no está permitido ningún elemento que aumente la flotación. Otra cosa es que la Federación Internacional (FINA) lo homologara en su momento por cuestiones económicas», afirma Igor Mate, miembro de la empresa Igeriketa Lantzen que gestiona la Federación Vasca de Natación. «Si a un burro le das un buen alpiste no vas a conseguir que corra bien en una carrera de caballos. El bañador hará algo, pero igual que hace ese lo hacen todos. Soy bastante escéptico. Si se lo pone un nadador mediocre no conseguirá batir el récord mundial», añade Mate.

Opiniones contrarias

Desde Australia han llegado voces autorizadas como la de Kieren Perkins, antiguo monarca del 1.500, contrario a que la prenda en cuestión establezca diferencias entre los nadadores. «La natación siempre ha sido un deporte bastante puro en el sentido de que todos compiten en igualdad de condiciones. Pero cuando algunas personas poseen una superioridad tecnológica gracias al equipamiento, ello va, en cierto sentido, contra lo que hace maravilloso nuestro deporte», explicó Perkins. En el otro lado, su ex compañera de selección Susie O'Neill, opina lo contrario. La eterna mariposista, retirada tras los Juegos de 2000, menciona a su compatriota la atleta Cathy Freeman: «Nadie dijo nada cuando Freeman vistió aquella malla en Sydney, pero parece que en la natación, por alguna razón, se crea un gran problema cuando aparece este tipo de traje».

Filippo Magnini, italiano, defiende el equipaje de su selección y asegura que en Beijing el modelo de Arena será tan poderoso como el comentado LZR Racer. De momento, Canadá lo ha prohibido para sus inminentes pruebas de selección alegando que no todos sus competidores pueden acceder al bañador de los 470 euros. La FINA se reunirá con el fabricante en el Mundial de piscina corta, que tendrá lugar en Manchester del 9 al 13 de abril, para evitar suspicacias. La propaganda está hecha, a la multinacional deportiva casi le ha salido gratis y el pescado está vendido.

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