Como el Guadiana en su discurrir por tierras de Castilla- La Mancha, José Bono desaparece y aparece de la vida política, se transforma de un partido a otro siguiendo un mismo curso, pero emerge siempre en ámbitos de poder. Otras de sus principales características son su nacionalismo español excluyente, su lengua sin freno, su cultivo del populismo y su ardor guerrero.

Su biografía oficial dice que proviene de los «movimientos del catolicismo progresista. Inició su actividad profesional como abogado en el bufete de Raúl Morodo, gracias al cual ingresó en 1973 en el Partido Socialista del Interior (PSI), luego Partido Socialista Popular (PSP) de Tierno Galván. Ingresó en el PSOE en mayo de 1978 tras la fusión del PSP y el PSOE». Una visión menos condescendiente la ofrece el columnista Javier Ortiz, que dejó escrito que le conoció «cuando era pasante del despacho de abogado de Raúl Morodo, a la sazón segundo de Enrique Tierno Galván en el PSP. Bono se conchabó con Tierno para vender el PSP al PSOE, hasta entonces su enemigo jurado, a cambio de la alcaldía de Madrid para el `viejo profesor', la promoción como líder castellano-manchego para él y, ya de paso, la desaparición de las muchas deudas que su grupo tenía contraídas. Morodo se les quedó por el camino».

Esa promoción le valió la presidencia de la Comunidad, que ejerció entre 1983 y 2004, tiempo en el que escribió tres libros sobre sí mismo y otro sobre la primera visita del príncipe Felipe a Castilla-La Mancha. En 2000 apareció como el «candidato oficial» a la secretaría general del PSOE, pero el puesto se lo llevó José Luis Rodríguez Zapatero. En enero de 2004 declaró «en ningún caso sería ministro de ningún gobierno» y el 18 de abril juraba su cargo como ministro de Defensa. Cuando dejó el ministerio, en 2006, aseguró que dimitía para «abandonar la vida política» y dedicarse a su familia. Pero en apenas unos meses se dejó querer como candidato a la alcaldía de Madrid para después dejar en la estacada a su partido y a Zapatero. Pese a ello, éste volvió a ofrecerle la posibilidad de acceder a la presidencia del Congreso. ¿Qué le deberá?

Su nacionalismo español excluyente es de sobra conocido, al igual que su deseo de meter en la cárcel, atizar con la guía telefónica o comparar con Hitler a todos cuantos, pese a tener la palabra España en su DNI, se consideran miembros de otra nación. Sus salidas de tono en este apartado son tan reiteradas que no merece ya abundar en ellas.

Menos conocido puede resultar que José Bono fue distinguido en octubre de 2006 en Ceuta como «Regular de Honor», título que se otorga a a aquellas personas con una especial vinculación con los Regulares -«tropas nutridas con elementos indígenas afectos a España»- y también a los que «con cariño y admiración, de una forma desinteresada» han contribuido a la grandeza de esta unidad militar, en la que «sirvió con intachable conducta» su padre.

El hombre que hace dos años dijo dejar la política es ahora ya la tercera autoridad del Estado. Aunque, por todo lo que antecede, concitó pocos más apoyos que el de su propio partido.