Presente y futuro de la OTAN
Cumbre de alto voltaje con vistas a otra ampliación al este europeo
GARA | BUCAREST
La cuestión de la apertura de la OTAN a Ucrania y a Georgia, antiguas repúblicas soviéticas, amenaza con mostrar en la cumbre de estos días en Bucarest a una OTAN más dividida que nunca. El Gobierno francés se mostró ayer abiertamente en desacuerdo con una medida de este tipo, mientras el presidente de EEUU, George W. Bush, reiteró su intención de defender con firmeza.
Tras reservar a Ucrania la primera etapa de su viaje europeo, el inquilino de la Casa Blanca señaló ayer que participará en la cumbre, desde hoy hasta el viernes, con la «idea de obtener» para Ucrania y Georgia un Plan de Acción para la Adhesión (MAP, por sus siglas en inglés), fase previa a una futura integración como miembro de pleno derecho de la alianza militar.
Bush aseguró que no habrá veto de Rusia, ferozmente hostil a la ampliación de la OTAN hasta sus mismísimas puertas, y descartó la posibilidad de mercadear con ello con Moscú.
Pero Rusia no está sola al oponerse a la admisión del MAP a estos dos países, que les conferiría el estatus de candidatos oficiales al ingreso en la OTAN.
El primer ministro francés, François Fillon, mostró ayer el rechazo de París «en nombre del equilibrio de las relaciones de poder en Europa y entre Europa y Rusia» y reiteró la necesidad de dialogar con Moscú.
En total una decena de países aliados, entre los que destacan el Estado francés y Alemania pero en los que se incluyen Italia y el Estado español, forman el frente del rechazo. Varias son las razones que aducen. Entre ellas incluyen la oposición de la mayoría de la opinión pública de Ucrania a la entrada en la OTAN y la posibilidad de que una invitación a Georgia se traduzca en un paso adelante en las reivindicaciones secesionistas de los enclaves de Abjasia y Osetia del Sur, en la órbita de Moscú.
Gran Bretaña y Turquía se han mantenido estos días en una posición intermedia, según fuentes diplomáticas.
Por contra, aparecen totalmente alienados con EEUU su vecino canadiense, las tres repúblicas bálticas y ex soviéticas y la mayor parte de los que fueran aliados de la antigua URSS en el Pacto de Varsovia, con excepciones honrosas como Hungría.
«Diálogo intensivo»
Ucrania y Rusia mantienen a día de hoy un «diálogo intensivo» con la Alianza sobre sus respectivas adhesiones, lo que en la arquitectura institucional atlantista supone es un estado anterior al del MAP.
Bush reiteró ayer su «firme apoyo a las aspiraciones de los gobiernos ucraniano y georgiano» en el transcurso de una comparecencia junto a su anfitrió, el presidente ucraniano Viktor Yushenko.
No lejos de Kiev, el viceministro ruso de Exteriores, Grigori Karassine, advirtió desde Moscú que una eventual entrada de Ucrania en la OTAN «supondrá una crisis profunda en las relaciones ruso-ucranianas, con el consiguiente impacto negativo en la seguridad europea».
La adhesión de Kiev a la OTAN «supondrá un cambio de prioridades en la configuración de nuestra seguridad estratégica», advirtió, sin precisar si la respuesta sería diplomática o incluso militar.
En la Duma rusa las advertencias eran ayer mucho más explícitas y un diputado de la gubernamental Rusia Unida, Konstantin Zatuline, señaló que las aspiraciones atlantistas de Kiev «constituyen una violación directa del Acuerdo de Amistad, Cooperación y Alianza entre Rusia y Ucrania.
Preguntado por las presiones de Rusia, Bush mostró su «total confianza» en el resto de aliados, «que me han asegurado que no permitirán que Rusia ejerza derecho de veto alguno».
El todavía presidente de EEUU negó asimismo que vaya a promover un mercadeo con Rusia, mientras algunas fuentes avanzan a que Washington estaría dispuesto a no abrir a Ucrania y Georgia las puertas de la OTAN a cambio de que Rusia mostrara una posición más «conciliadora» respecto al proyecto de escudo antimisiles en la República Checa y en Polonia.
Disfrazar su triste legado
«Creo firmemente que hay que otorgar los MAP a Ucrania y a Georgia y no hay mercadeo con Rusia. Punto final», sentenció.
Los analistas coinciden en que, a menos de un año del final de su presidencia, Bush buscaría lavar su deteriorada imagen ante la historia y, de paso, agradecer los servicios prestados por ambos países en su alineamiento acrítico con EEUU en Irak y Afganistán.
El de Afganistán es, junto con el debate sobre su ampliación, el gran dossier de la cumbre. EEUU lleva meses presionando a sus aliados para que aporten más tropas al convulso escenario afgano y ha llegado a criticar en público la escasa preparación para el combate de los ejércitos aliados.
Bush planteará hoy en su discurso -parte del cual fue filtrado ayer a su llegada a Bucarest- la necesidad de «terminar el combate contra los extremistas» en Afganistán.
Una «alianza expedicionaria»
En pleno debate sobre el futuro de una Alianza que nació para forzar a la URSS a una carrera armamentística que contribuyó a su hundimiento final, Bush tiene previsto defender la actual deriva de la OTAN hacia una «alianza expedicionaria» en todo el mundo.
El inquilino de la Casa Blanca no se contentó con instar a su homólogo ruso, Vladimir Putin, a que «no tenga miedo» de la ampliación de la OTAN al este, sino que invitó a Moscú a que no se oponga a su proyectado escudo antimisiles en sus mismísimas fronteras.
Ambos mandatarios se encontrarán el viernes en la cumbre del Consejo OTAN-Rusia que cerrará la cumbre de Bucarest y pasarán juntos el fin de semana en la ciudad balneario de Sochi.
Pese a que uno de sus consejeros adelantó un posible acuerdo en Sochi sobre el escudo antimisiles Bush reconoció ayer que «tenemos mucho trabajo por delante».
En la agenda de la cumbre de Bucarest se incluye el proyecto de invitar a los países balcánicos de Croacia, Albania y Macedonia, que cuentan ya con sus respectivos MAP, a iniciar las negociaciones directas para su futura adhesión a la OTAN.
La invitación a la otrora república yugoslava de Croacia se da por segura. Por contra, Grecia amenaza con vetar una medida similar para Macedonia, república con la que mantiene un diferendo sobre la paternidad histórica de su denominación. La crisis con Macedonia podría retrasar la invitación a Albania.
En un intento de sortear los recelos de muchos aliados, el Gobierno georgiano insiste en que Moscú habría prometido no reconocer eventuales independencias de Abjasia y Sur Osetia.
Atenas se niega a admitir en la OTAN a una república que reivindique la denominación histórica de Macedonia y recuerda que la región geográfica con ese nombre se extiende a Grecia y a Bulgaria.
El primer ministro francés, François Fillón, defendió el proyecto del presidente Sarkozy de enviar «algunos centenares de soldados» de refuerzo a Afganistán aunque aseguró que exigirá como contrapartida, entre otras, «una estrategia política compartida».
De poco le sirvió para evitar las críticas de la izquierda a la obsesión atlantista de Sarkozy. El PS, que replicó presentando una simbólica moción de censura, denunció que Sarkozy «está embarcado en un alineamiento estratégico global» francés respecto a EEUU. Criticó que el inquilino del Elíseo hubiera reservado su anuncio al Parlamento británico.
GARA
«La OTAN nos rodea»; «Es nuestro enemigo»: lo rusos hacen suya, palabra por palabra, la posición del presidente, Vladimir Putin, sobre la ampliación.
«La OTAN es muy peligrosa para Rusia. Aceptará la adhesión de Ucrania y Georgia para satisfacer sus propios intereses energéticos», augura Ivan, de 68 años, que ha venido a mostrar a su nieto, Ilia, «la gloria militar rusa» en el Museo de las Fuerzas Armadas de Moscú.
Elvira, de 22 años, posa ufana junto a un blindado soviético T-34 a la puerta del museo. «No tengo miedo de la OTAN... de momento. Pero hay algo que falla en lo que dicen los americanos», insiste en referencia al escudo antimisiles.
«La OTAN ha sido y seguirá siendo siempre nuestro enemigo», coincide Vladimir, que trabaja de recadista a sus 48 años. «Por culpa de la Alianza no podemos, desde tiempos de la URSS, relanzar nuestra agricultura y nos vemos forzados a gastarlo todo en armamento».
Sergei Vorobiov, que enseña historia en la escuela N180 de Moscú, y que ha llevado a una docena de alumnos de visita al museo, coincide en que «Rusia no debe fiarse jamás de la Alianza, ya que nunca ha cumplido sus promesas. En 1989, cuando su objetivo era la unificación de Alemania, los americanos juraron y perjuraron a (Mijail) Gorbachov que Alemania Oriental no entraría nunca en la OTAN. Todo eran mentiras».
Historiadores y diplomáticos rusos insisten en que Occidente no cumplió su promesa de no expandir a la OTAN hacia el este. «Los americanos no cumplen nunca lo que prometen. No hay que creer nunca a la OTAN», sentencia uno de sus alumnos, Denis Iliine, de 13 años.
La mitad de los rusos -49% de los encuestados- coincide en que «hay razones para que Rusia desconfíe de los países aliados de la OTAN».
Lejos quedan los años 90, cuando tras la Perestroika de Gorbachov y la caída de la URSS las nuevas élites rusas promovieron un acercamiento a Occidente, sugiriendo incluso la posibilidad de una adhesión de Rusia a la Alianza.
«Tras el vacío ideológico que siguió a la Perestroika, la sociedad rusa, abandonada a ella misma, renovó la nostalgia soviética, sicológicamente más confortable», sostiene Alexei Levinson, del centro Levada. Y las siglas OTAN han recuperado su condición de «enemigo» a ojos de los rusos Marina LAPENKOVA