O viceversa. Ser madre con nombre de padre, o ser padre adoptivo pese a ser la madre biológica. Parece una noticia paradójica, una de esas piezas de relleno que completan todos los noticiarios, pero el asunto visto desde una perspectiva generalista, tiene su miga. Sobre todo por la actitud de esta pareja, que han vendido a un programa de televisión todos los detalles de este embarazo, incluidas las imágenes de la ecografía de su feto de cinco meses. Esta parte comercial, televisiva, de espectáculo audiovisual, es el que quizás tiene una explicación más sencilla, o al menos se trata de algo a lo que estamos bastante más acostumbrados a presenciar. La comercialización de las intimidades de los seres humanos y hasta de sus propias gestaciones, partos, bautizos, comuniones, bodas y entierros.

Lo que cuesta más, por lo que tiene de novedoso, de situación no habitual, es que una mujer se convierta en hombre y posteriormente se realice como madre. O para decir exactamente lo que asegura quien ahora se llama Thomas Beatie, «quiero vivir esta experiencia como una persona privilegiada». Y tanto. Ser legalmente hombre, estar casado con una mujer, tener barba, un cuerpo varonil y a la vez poder quedarse embarazado, gozar, sentir el proceso de creación de una vida, parir o lo que corresponda por salud, y ser a la vez padre y madre, es una experiencia muy literaria, yo diría que fantástica, y sin poder avanzar mucho en la idea central, seguro que es un paso para la humanidad, para la igualdad de todos y todas.

Si su cuerpo lo admite, si su cerebro lo celebra, si su pareja es cómplice, si los equipos médicos que lo atienden lo apoyan, el resto es chismorreo, opiniones, algo que si se admite sin prejuicios nos debe abrir las expectativas. Y una cosa más, dice esta persona: «estar embarazado no me hace sentir más femenino». Aquí si que se abre una gran vía para la reflexión sobre los roles, sobre los designios por géneros, sobre los colores de los vestidos y los comportamientos y las inducciones sociales para sentir de una manera u otra. Las ciencias avanzan una barbaridad y con ellas nuestra percepción del mundo y de sus habitantes.