Belén Martínez Analista social
La necesaria tarea de singularización de las violencias
No hago más que preguntarme si realmente hubo un proceso de paz. Creo que entonces vivimos un instante privilegiado, y que fuimos incapaces de transformar los anhelos y temores colectivos en un proyecto común cargado de futuroLa interpretación de las violencias. Han transcurrido casi cuarenta años desde que Hannah Arendt escribiera que «nadie consagrado a pensar sobre la Historia y la Política puede permanecer ignorante del enorme papel que la violencia ha desempeñado siempre en los asuntos humanos, y a primera vista resulta más que sorprendente que la violencia haya sido singularizada tan escasas veces para su especial consideración». Esta reflexión plasmada en el ensayo «Sobre la violencia» continua de vigente actualidad. Sin embargo, son muchos los que prefieren utilizar el término «los violentos», en vez de «las violencias», obviando cómo se gesta la violencia y qué rol juega (también) la sociedad y las instituciones en su producción, prevalencia y mantenimiento.
La aporía de la palabra o la expresión «proceso de paz». Todo parece indicar que hace dos años se puso en marcha un proceso de paz. A decir verdad, no hago más que preguntarme si realmente hubo un proceso de paz, o si se trató de un titular que se utilizó abusiva y generosamente, y con el que nos embriagamos, antes incluso de degustar el dulce néctar de la paz. Creo que entonces vivimos un instante privilegiado, y que fuimos incapaces de transformar los anhelos y temores colectivos en un proyecto común cargado de esperanza y de futuro tanto para Euskal Herria, como para el Estado español.
La retórica condenatoria. El presidente del EBB, Iñigo Urkullu, dice que la alcaldesa de Arrasate debe condenar el último comunicado (!) de ETA, y que ANV debe hacer otro tanto. De no producirse la condena, PNV promoverá iniciativas encaminadas a solicitar la dimisión, «por dignidad», de cargos electos de ANV.
Las mociones de censura son legítimas, tanto como la «no condena». En este caso, las razones de la moción se asemejan a las que justifican la Ley de Partidos (contra la que se ha pronunciado el partido jeltzale en numerosas ocasiones), y se sitúan en la línea emprendida por la Audiencia Nacional -o mejor, la línea de restricción de derechos que ésta prosigue, de forma lenta e inexorable-.
Vivimos en la era digital, debatimos en torno a la ciudadanía, la inclusión, la participación y la representación y, a la vez, se construyen nuevas categorías sociales: los y las desechables y prescindibles para construir otro mundo posible, incluso si a ese mundo le llamamos Euskal Herria. ¡Qué paradoja!
Se puede partir de un juicio universal para llegar a otro singular. Podemos posicionarnos ante ese u otro comunicado de muchas maneras, y todas son legítimas. Ahora bien, no se debería infligir la privación de libertad de expresión y de acción a una formación política, en función de la manera de enfocar la resolución del conflicto.
La paz sigue siendo posible. Quienes venimos defendiendo -a las duras y a las maduras- un final dialogado del conflicto, debemos continuar en nuestro empeño. Es la mejor ofrenda que podemos hacer a todas y cada una de las víctimas del mismo.