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Raimundo Fitero

Antorcha

La antorcha olímpica se ha convertido en un objeto del deseo político. El que se mantenga encendida, que recorra los kilómetros requeridos, que llegue al día de la inauguración y que encienda el pebetero chino, es un objetivo estratégico. Iba a escribir militar, pero cuando escribo esta palabra se me recargan las falanges y las falangetas y me tiro unos diez minutos intentando recomponer de nuevo la respiración. Cosas del viento sur. O del Ventolín. Lo único cierto es que se abren los noticiarios televisivos con estas muestras organizadas y consentidas de protestas que no acaban de mostrar su denominación de origen.

Iba repasando mentalmente mi castigo televisivo dominical y como casi siempre tuvieron que ser los guionistas de «Aída» y su equipo artístico, quienes me reconciliaran con el invento. Lo del hijo negro de Luisma es un toque social que a mi entender deslumbra. Es una aparente broma que se convirtió en una piedra de toque para entender de manera más nítida las intenciones políticas de esta serie de humor que encandila y que logra, semana a semana, convertirse en el programa más visto de todas las cadenas. Hasta por encima de los coches haciendo ruido por el desierto. Se rumorea que Carmen Machi quiere desprenderse de su personaje, abandonar la serie. Se comprende su cansancio, su presión, pero llevan ya muchos capítulos que las intervenciones de la protagonista son tangenciales y subsidiarias. Están buscando vías para el posible abandono.

Volviendo al asunto de la antorcha olímpica, a las amenazas de boicoteo a los propios Juegos, la verdad es que uno se siente absolutamente sobrepasado por el cinismo global, por convertir al Tibet en una bandera de enganche para criticar al coloso asiático, -¿o cómo lo llamamos ahora?-, que empieza a ser excesivamente poderoso en cuanto a la economía. Libertad para el Tibet. Claro que sí, y para Irak, y para Palestina, y para los kurdos, y así hasta que la antorcha nos queme los dedos podríamos estar reclamando y señalando a los pueblos que unos u otros tienen ahogados en sus ansias de libertad e independencia. Pero ahora se trata del dalai lama. Palabra sagrada. ¿para qué sirve una antorcha?

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