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Txatarreria Keaon: un regreso con «sonido chatarrero» a la vida del cine mudo de los años 20

Poniendo música y efectos sonoros a las cintas de Buster Keaton, este cuarteto rinde un modesto homenaje a una forma de entender el cine. Un cine vivo, donde se olvida el silencio y el individualismo actual de las salas y se recuperan los comentarios y las carcajadas.

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Itziar AMESTOY

Una sala de cine: varios espectadores observan en silencio una pantalla en la que se proyectan imágenes mientras los altavoces reproducen un sonido previamente grabado, un sonido enlatado. Este esquema tan extendido no entra dentro de la forma de entender el séptimo arte que tienen los cuatro integrantes de Txatarreria Keaton. Arturo Blasco, Bingen Mendizabal, Nika Bitchiashvili y Álex Ruíz de Azúa devuelven la vida al cine poniendo en directo música y efectos sonoros a las cintas de Buster Keaton.

Con este proyecto, que se estrenó recientemente en Zornotza, estos músicos romper el individualismo y la seriedad que impera en cualquier sala. «Se nota que hay acción. El público no se queda callado, hay comentarios, se ríen, hay carcajadas. Es más desenfadado», describe Bingen Mendizabal, el conocido músico y componente de Txatarreria, quien aporta su violín al cuarteto. De esta forma, conjugando música y efectos sonoros, consiguen dar vida a las películas y rendir así un modesto homenaje a esta peculiar forma de entender el séptimo arte.

El grupo surgió de forma improvisada, como su sonido. Los integrantes se conocían entre ellos de proyectos musicales anteriores. «Hay mucha camaradería en el grupo», resume Mendizabal quien también explica que la idea le rondaba por la cabeza mucho antes de llevarlo a cabo. «Con Arturo habíamos hablado de la posibilidad de hacer música para películas de Keaton, ya que a los dos nos gustaba mucho su trabajo». Por otro lado, explica que había coincidido haciendo alguna improvisación con el violín de Nika Bitchiqsvili. El toque final, determinante para lograr el estilo del grupo, lo puso Álex Ruíz de Azúa. «Él toca instrumentos bastante raros: la `filarmónica', el serrucho, la flauta de émbolo, silbatos, capas de aluminio...».

Los cuatro confluyeron en un ensayo, donde pudieron ver que, con las aportaciones de cada uno, lograban un «sonido chatarrero». De esta forma surgió ese concepto de chatarrería que también es la base de las películas de uno de los reyes del slapstick, junto a Chaplin y Harold Lloyd. Este concepto marcaría el rumbo del grupo además de, como resulta evidente, determinar su nombre. La idea a la que se refieren tiene que ver con el reciclaje, con aprovechar lo que tienes a mano para construir cine, en el caso de Keaton, y canciones, en el del cuarteto. Asimismo, Mendizabal no oculta la responsabillidad de Ruíz de Azúa a la hora de determinar la naturaleza de sus melodías. «Él tiene una gama muy amplia de sonidos, incluso hay bastantes elementos que vienen de los dibujos animados», describe.

El violinista de Txatarreria Keaton, sin embargo, asegura que si hubieran elegido otro cineasta. «hubieran hecho cosas muy diferentes». Aún así, la elección del director fue determinante. «Keaton es una referencia de los trabajos que se hacían en los años 20 en Estados Unidos de cine mudo», explica Bingen Mendizabal, quien recuerda que es la «típica película que has visto de niño y se te queda en la memoria». Con la edad, y la evolución del cine, también han dotado de otro significado a aquellas cintas, que tenían que ver con una época en la que el cine era muy especial. «Tenía un punto de magia ir a las salas de cine, el público alucinaba», apunta. Y es esta sensación la que intentan trasladar a las salas donde interpretan en directo su música. En una época donde bajarse películas de internet está a la orden del día, su intención es devolver esa vida al cine y retomar una actitud activa del público.

Bingen Mendizabal tienen una trayectoria musical muy reconocida en Euskal Herria, entre la que destacan los años que pasó en el grupo Hertzainak. Por aquellos años en los que aseguraban que vivir del rock&roll aquí resultaba muy difícil, recibió una propuesta que provocó un giro en su carrera musical. Fue por el año 1989 cuando el director Juanma Bajo Ulloa le propuso componer la música del corto «El reino de Víctor». Desde aquel momento el músico es el responsable de una larga lista de bandas sonoras, entre las que se pueden destacar títulos como «Airbag», «Kamchatka» o «La carta esférica».

Según comenta, la diferencia con el trabajo de Txatarreria Keaton es notable. Se explica: «No es sólo la música, aquí también hacemos todos los efectos; además, el sonido coge mucho más protagonismo que en una película, en la que queda en un segundo plano». La diferencia entre el sonido enlatado y el directo es otra de las ventajas que se derivan de este planteamiento, ya que el grupo puede realizar algún ajuste según la reacción que muestre el público. Txatarrería Keaton es un proyecto nuevo con una corta trayectoria, pero esta nueva manera de entender el sonido del cine promete dar que hablar durante los próximos meses.

 

Un nombre que supone una declaración de intenciones

Dos palabras que no dejan lugar a ambiguedades: chatarrería y Keaton. El «sonido chatarrero» lo descubrieron en el primer ensayo y, según explica Bingen Mendizabal, «venía de los cachivaches que usábamos». Se puede decir que se trataba de una sensación que tuvieron cuando dejaron que confluyeran las diferentes aportaciones musicales de cada uno, con especial relevancia de los intrumentos peculiares de Álex Ruiz de Azúa. El «apellido» siguió a esta impresión sonora de forma natural; «redondeaba el nombre», según Mendizabal. Además, los componentes del mismo tienen claro que el propio cineasta dirige el rumbo del grupo. I. A.

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